Dos películas en espacios casi únicos, en formato casi enteramente documental, donde Kieslowski mete la cámara y prácticamente no sale de ahí hasta el final.
Con El hospital (Szpital, 1976), Krzysztof Kieslowski no duda en meterse en un hospital para mostrar casi con todo detalle veinticuatro horas de los cirujanos que ahí trabajan. Empieza su jornada laboral y, hora tras hora, marcada por un reloj en pantalla, asistimos a su larga (y con frecuencia precaria) rutina laboral. La atención a pacientes, fracturas, operaciones con hierros y martillazos... Momentos no aptos para personas sensibles, pero llenos de naturalidad y no faltos, incluso, de alguna que otra situación que puede llegar a considerarse divertida.