El drag racing es un formato de carreras de coches donde compiten dos pilotos por ver quién hace en el menor tiempo posible un recorrido muy corto en línea recta. Todo eso con unos coches muy extravagantes (“funny cars”) que hacen mucho ruido y tienen explosiones de combustible y sacan fuego por los tubos de escape, o por donde quiera que salga el fuego en esos mecanismos.
Sobre esto va la película más extraña dentro de la filmografía de David Cronenberg, a quien siempre le ha gustado muchísimo lo relacionado con el automovilismo y las carreras. Y digo que es extraña básicamente porque no casa con el tipo de cine y con los elementos a los que ya se había habituado tras cuatro trabajos, y con los que seguirá trabajando durante casi todo el resto de su filmografía. Hasta hace unos años era además su película más desconocida, aparte de por lo comentado, también porque tuvo muy mala distribución. En esta ocasión Cronenberg sólo dirige y coescribe el guion junto a otras dos personas.