18 de septiembre de 2022

Zinemaldia 2022 - Sparta (Ulrich Seidl)

 SECCIÓN OFICIAL



Y de repente, como quien no quiere la cosa, llega la polémica al Zinemaldia. Polémica absurda, como muchas otras que se viven en los tiempos de Twitter.

Se estrena la película Sparta, del director Ulrich Seidl, y debido a una denuncia del periódico alemán Der Spiegel donde se acusa al director austríaco de prácticas abusivas con los menores protagonistas de la película, se hace público un comunicado desde Filmin, la plataforma que tiene los derechos de distribución de la película, anunciando que el director no la presentará en San Sebastián, para no ensombrecer con esta polémica el recorrido de la misma. “Debe ser la película la que hable por sí misma”.

Por un lado es una decisión comprensible y por supuesto, aceptable, pero habría estado bien que pudiera defender la película el propio director. Pero claro, la gente es como es y parece que sólo le gusta el morbo (véase la liada con Johnny Depp y Amber Heard), por tanto habría sido casi seguro que en la rueda de presentación de la película el tema estrella habría sido el referente a la polémica, más allá de los términos cinematográficos. Unos términos, por cierto, en los que yo estaba muy interesado, pues Ulrich Seidl me parece uno de los directores más interesantes y rompedores de los últimos años (décadas).

He de reconocer que tampoco es que haya visto toda la filmografía de Seidl, pero todo lo que he visto me ha transmitido unas sensaciones bien majas, ya fuera incomodándome o divirtiéndome, pero sobre todo, ha removido algo en mí en algún momento del visionado de sus películas, algo que me hace ver cómo es la Europa donde vivimos, cómo es la sociedad acomodada europea, cómo es “la pedrada” que tienen ciertas personas cuando llevan sus obsesiones, o sus gustos, más allá de lo que se puede pensar de primeras (imposible olvidar las películas, a nivel documental, Amor animal, En el sótano -para mí su gran película-, o Safari).

Y es que Seidl es un director experto en incomodar, como bien decía José Luis Rebordinos (director del Zinemaldia) cuando surgió toda la polémica. El Zinemaldia, de forma muy valiente, decidió mantener las proyecciones de la película, al contrario que el festival de Toronto, que la quitó de su parrilla. Rebor decía que para quitar la película de la programación, quien debe ordenarlo es un juez con una sentencia en firme. Y de momento nada de eso hay.


Efectivamente, Sparta incomoda mucho, pero lo mejor de todo es que no juzga a su protagonista, pues el director no acostumbra hacerlo con sus personajes, ya sea en documental o en ficción. Él muestra lo que hay y es el espectador quien debe juzgar, o interpretar, o asumir, lo que ve en pantalla. ¿Y qué es lo que se ve en pantalla en el caso de Sparta? Pues se ve a un hombre, Ewald, que tiene una novia y una vida normal, del que pronto descubriremos que tiene afición por los niños. Es un pedófilo. Él lo sabe, y sabe que es algo que no está bien, de ahí los momentos en los que se le ve sufriendo y preocupado por sus gustos. Pero es algo superior a él, y acaba “reclutando” a un grupo de niños para montar una escuela de judo que casi parece una secta. El sitio ideal para estar continuamente cerca de ellos y ducharse junto a ellos…

En la película no hay momentos explícitos en ningún momento. Sólo se muestran las caricias, que quizá hayan llevado a algo más después, pero nunca se ve. Y esto es lo que hace remover cosas en las tripas del espectador. Es todo especialmente turbio, pero ese “off”, esas elipsis son también magníficas en la película. Yo creo que todos los espectadores de la sala estábamos esperando esos momentos explícitos, donde se viera algún tipo de abuso o algún momento duro con los niños. Pero no.

Estamos ante una película que por momentos es una película de terror. No sólo por lo ya comentado de estar esperando algo entre el adulto y los niños, sino porque al final, [OJO, QUE METO UN SPOILER AQUI] la turba acaba yendo a por el monstruo, asaltando la fortaleza que había construido para jugar con los niños (el nombre de la fortaleza es, precisamente, Sparta, y los niños juegan a ser espartanos o dioses griegos, por supuesto sólo en ropa interior para deleite del protagonista), y el monstruo, que no quiere ser así pero no tiene más remedio, debe huir. [VALE, SE HA ACABADO EL SPOILER] A esto se le suma el final de la película, que resulta aterrador. O quiá no lo sea, pero a mí, como espectador, me ha puesto realmente los pelos de punta. Y por si fuera poco, sin dejar de sentir cierta lástima por Edwald. Ese es el gran saber hacer de Ulrich Seidl: Yo te muestro lo que hay, y luego tú te buscas la vida con qué quieres obtener o interpretar de lo que te enseño. Sal de Twitter. Haz un esfuerzo y reflexiona.

Por cierto, que la historia está basada en hechos reales y es la segunda parte de la película Rimini, que Seidl presentó en el último festival de cine de Berlín (aún no la tengo vista, desconozco a qué nivel están relacionadas ambas películas, más allá de que el protagonista de Sparta debe de ser hermano del de Rimini... pero no estoy seguro del todo).

La película parece haber tenido bastante buena aceptación en el Zinemaldia, pues la gente ha aguantado sin irse de la sala. Eso es una muestra de que no hay nada explícito, pues de haber sido así habría pasado como pasó con el pase de Playground en 2016, donde la salida del cine fue masiva y se escucharon insultos y gritos al director, presente en la sala (una de las cosas que más le llamaron en aquellos improperios fue "enfermo")

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