9 de septiembre de 2022

David Cronenberg: Fast Company / Tensión en el circuito (1979)

 

El drag racing es un formato de carreras de coches donde compiten dos pilotos por ver quién hace en el menor tiempo posible un recorrido muy corto en línea recta. Todo eso con unos coches muy extravagantes (“funny cars”) que hacen mucho ruido y tienen explosiones de combustible y sacan fuego por los tubos de escape, o por donde quiera que salga el fuego en esos mecanismos.

Sobre esto va la película más extraña dentro de la filmografía de David Cronenberg, a quien siempre le ha gustado muchísimo lo relacionado con el automovilismo y las carreras. Y digo que es extraña básicamente porque no casa con el tipo de cine y con los elementos a los que ya se había habituado tras cuatro trabajos, y con los que seguirá trabajando durante casi todo el resto de su filmografía. Hasta hace unos años era además su película más desconocida, aparte de por lo comentado, también porque tuvo muy mala distribución. En esta ocasión Cronenberg sólo dirige y coescribe el guion junto a otras dos personas.


Aunque está claro que la película está en las antípodas de lo relacionado con la Nueva Carne, pueden extraerse quizá algunos momentos donde las distancias se acorten. Por ejemplo, en la película hay secuencias donde se ve con detalle cómo se montan motores, cómo se utilizan los mecanismos automovilísticos para hacer explosión con la gasolina, o rizando el rizo, la forma en que los pilotos se introducen en los coches puede hacer pensar también en que se trata de un elemento extraño introduciéndose en un cuerpo que no es el suyo, en este caso un mecanismo metálico y motorizado... Incluso el atuendo de los pilotos y la forma de manejar el coche tiene cierto aire futurista según cómo Cronenberg les enfoque con su cámara.

Pero que lo anterior no nos despiste: Fast Company es una película muy naif. Entretenida, pues no llega a aburrir, pero muy simple en lo que cuenta. También es ciertamente irregular, dando la impresión de que había más escenas que quizá se quedaran en la sala de montaje, porque no es que tenga mucho sentido todo lo que pasa, y tan rápido. No le falta el sentido del humor, pues tiene algún momento de cachondeo, unido a una música que no pega demasiado, muy de comedia loca, retrotrayendo al espectador a comedias de la época y parecidas en cuanto a temática, como aquellas que protagonizaba el bueno de Burt Reynolds, incluyendo ligeros destapes femeninos, muy facilones sin duda (eso sí, a una de las chicas se la embadurna en aceite de motor en un primer plano de sus pechos, lo cual de nuevo hace pensar en que el Cronenberg carnal y sexual sigue presente).

Al respecto de la música, en esta ocasión Cronenberg ya dispone de un compositor, Fred Mollin, quien se encarga de toda la banda sonora con canciones suyas, de cierto estilo rockero pero también muy country, y que como bien dice Roberto Cueto en el libro “David Cronenberg: Los misterios del organismo”, en su artículo sobre la música y el sonido en las películas de Cronenberg, pueden intercambiarse unas con otras a lo largo de la película, pues están puestas sin demasiado sentido. A quien esto escribe lo que más gracia le ha hecho sobre esto, es un momento en el que el grupo de los protagonistas, tras recuperar el coche que les pertenece, empiezan a tunearlo con una música de fondo que casi parece música para follar. Vale que aquí se puede pensar que Cronenberg quiere esa canción porque están haciendo el amor con el propio coche, con su interior... pero personalmente creo que le habría ido mejor algo como lo que siempre sonaba en la mítica serie El equipo A, cuando construían y montaban cosas con las que lograban desfacer el entuerto del capítulo de turno.


El reparto de la película es como la película misma: muy de serie B. En él destacan John Saxon, con su papel habitual de malo enfadado con todo el mundo y Claudia Jennings, una actriz que fue “chica Playboy” y que quería continuar en el mundo del cine, pero no lo consiguió dado que su pasado como playmate y los escarceos con la cocaína no eran bienvenidos... La fatalidad quiso que muriese precisamente en un accidente de coche en 1979, siendo Fast Company su última película.

En definitiva, Fast Company es una película alejada del Cronenberg que nos gusta, ideal para completistas del canadiense pero sin demasiado interés, siendo un exploitation sin rubor de las películas de coches y de carreras que tanto gustan al director, quien por cierto siempre ha defendido mucho esta película diciendo que es una de sus películas más personales. No es fácil creerse sus palabras, pero si él lo dice, pues habrá que creerle.

"Cuando observas el interior de un motor entiendes realmente a las personas que lo diseñan y lo venden. Es como si entraras en sus cerebros."

[David Cronenberg para Monthly Film Bulletin, vol. 56, n.660, enero de 1989. Entrevista de Anne Billson]

Extracto de entrevista recogido en el libro “David Cronenberg: Los misterios del organismo”, editado por la Semana de Cine Fantástico y de Terror de Donosti



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