La unión de mentes es
algo aterrador, fascinante
Ya tras el estreno de la película que nos ocupa, Scanners (al que en el título en castellano se le añade eso de “su sólo pensamiento puede matar”), David Cronenberg alegaba que esta película era menos personal, menos íntima. Quizá porque ya tenía un buen presupuesto, o quizá porque resultó ser muy popular y exitosa, cosa que sí ponía contento a Cronenberg ya que fue la película que le hizo conocido y reconocido para muchos críticos de Estados Unidos (además, ese éxito género varias secuelas, en las que Cronenberg ya no tuvo nada que ver), o quizá también porque en según qué términos, tampoco narraba temas relacionados con la Nueva Carne, aunque como veremos luego, en cierta manera sí los sigue tratando... De todas maneras, a pesar de lo que el propio director dijera, le quedó una estupenda película, con muchos más puntos a favor que en contra, y con uno de los momentos más recordados e icónicos dentro del cine fantástico de toda la historia. Hablo, cómo no, de esa cabeza estallando.
Como se ve, no hay en esta ocasión ningún científico loco de por medio, un tipo de personaje al que por lo general nos tiene ya acostumbrados a estas alturas el bueno de Cronenberg, pero sí alguien con ansias de poder a gran escala, y todo ello con una gran corporación detrás... Se atisban elementos cronenbergianos, como sucede también desde el inicio de la película en un centro comercial, con unas tonalidades rojas fantásticas que ya ponen alerta al espectador y presentan al protagonista de la historia, viendo qué es capaz de hacer. Tras eso, recuperamos algo que Cronenberg ya hizo en Cromosoma 3: Una especie de representación teatral que no es tal. Si en Cromosoma 3 el inicio de la película era el doctor Raglan haciendo terapia a un paciente con un público expectante, en Scanners el doctor Ruth lleva a gente a que vean al scanner tendido y atado en su cama mientras se retuerce, atentos a lo que pueda hacer. Cronenberg y la teatralización.
A nivel de montaje y dirección, Scanners está realmente bien hecha. Muchas de las conversaciones entre personajes se realizan mediante primeros planos. Esto tiene sentido ya que uno o varios de esos personajes son scanners, es decir, están leyendo la mente de la otra persona, y con esto, el espectador, parece también estar haciéndolo. O al menos, intentándolo. Además, los fundidos son excepcionales, o mejor dicho, las fusiones entre planos, ya sea sobre personajes intercambiando sus caras para mostrar esas lecturas mentales, o para revelar algún dato clave (lo apunta Quim Casas en el libro “David Cronenberg: Los misterios del organismo” -pág, 41-, editado por la Semana de Cine Fantástico y de Terror de Donosti: de un plano de la cara del villano Revok se pasa al edificio ConSec, dando a entender ya la procedencia y centro de mando de ese personaje).
Con un giro final en la historia que remite a Caín y Abel de forma un tanto culebronesca o irregular, pero con un toque un poco gore lleno de efectos de maquillaje que gana al espectador del fantástico, el plano final se permite dejar cierta ambigüedad, primero con la frase que se pronuncia (”hemos ganado”), y después con esa mirada en primer plano... Curiosamente, el mismo tipo de plano final que en Cromosoma 3. Un final abierto a las conjeturas de los espectadores, cosa que claramente gusta hacer a Cronenberg.
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