El único contacto que había tenido
anteriormente con Agnès Varda fue en 2017, cuando en el
Zinemaldia le otorgaron uno de los Premios Donostia de aquel año
(eso si no tenemos en cuenta las referencias que ya tenía de ella,
cuando unos años antes el propio Zinemaldi dedicó una retrospectiva
a su querido Jacques Demy, yendo la propia Varda a presentar
el ciclo). En aquella ocasión pude ver cómo esta pequeña mujer, de
sonrisa permanente, recorría los metros de alfombra roja que
separaban el hotel María Cristina del Teatro Victoria Eugenia, donde
José Luis Rebordinos, director del Festival, le entregaría el premio. En ese
recorrido y tras las vallas, nos encontrábamos poquísima gente,
apenas nadie, para aplaudirla como se suele hacer habitualmente con
otro tipo de premiados o estrellas que realizan ese pequeño paseo
para presentar sus películas. Unos pocos aplausos y la inamovible
sonrisa en la cara de Varda. Intenté conseguir su autógrafo, pero
no fue posible. Me saludó muy amablemente, pero no se acercó. Qué
pena cuando sucede eso, qué frustración. Pero no importa, pues
estaba claro que la edad no perdona, notándosele el esfuerzo y la
emoción. Ese año, Agnès Varda presentaba la que era su última
película (ahora penúltima), Caras y lugares, codirigida
junto al artista JR. Una estupenda, divertida, original y
emotiva película que gana puntos según se ve más veces.
Reconozco que tras ese único contacto
no tuve curiosidad de indagar más en su filmografía, aun a
sabiendas de que poco tiempo después le otorgaban también un Oscar
honorífico en homenaje a toda su carrera... Algo debía de tener esta
directora para que fuese reconocida con tanto premio importante.
El siguiente contacto con ella ha
resultado ser una gran oportunidad de poner remedio a no haber visto
nada más de lo que ha realizado: el ciclo Nosferatu de San
Sebastián, organizado entre otras entidades por Donostia Kultura
y la Filmoteca Vasca, programaba un ciclo si no completo, casi,
sobre ella. Voy a confesarlo: inicialmente tenía mis reticencias,
incluso llegué a pensar en que quizá este ciclo sería el primero
al que no iba a asistir tras estar haciéndolo fielmente durante
muchos años... Afortunadamente algún consejo de gente que conoce
sus películas y la curiosidad cinéfila de un servidor, me hicieron
cambiar de opinión.