26 de febrero de 2010

Una vez más...

De las cinco veces que he ido al cine estos últimos días, si no recuerdo mal, en tres de ellas me han puesto el mismo avance de la misma película (estoy convencido de que la semana que viene volverán a ponérmelo).

No por ver el trailer más veces van a lograr que vaya a verla, si la veo será porque puede que no tenga mala pinta, o porque la dirige Scott Hicks, que en 1996 dirigió Shine, la película que dio el Oscar a un magnífico actor, Geoffrey Rush... En fin, la película en cuestión es Solo ellos (The boys are back), un título que como se puede comprobar, ejem, es altamente atractivo.

Su protagonista principal es Clive Owen, a quien se podrá ver cómo su cara de palo (esa que casi siempre tiene) echa unas cuantas lágrimas añorando a su fallecida esposa y tratando de llevar adelante a sus dos hijos como buenamente pueda, uno pequeño de unos siete años aproximadamente y un adolescente que parece el doble del amigo pelirrojo de Harry Potter, Ron Weasley.

Coloco el trailer para no tener que ir exclusivamente al cine a verlo... una vez más.

23 de febrero de 2010

Mortadelo

El magnífico, grandioso y genial Francisco Ibáñez siempre introduce en sus divertidas historietas elementos de actualidad o históricos (a veces incluso vaticinando terribles eventos, como la famosa viñeta de los aviones contra las torres gemelas de Nueva York).

Hoy es 23 de Febrero (29 aniversario del golpe de estado en el Congreso de los Diputados de Madrid) y el gran historietista también plasmó en una de sus portadas aquel vergonzoso momento, cómo no, con ese toque de mala leche que siempre le caracteriza.


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16 de febrero de 2010

Homenaje en toda regla

El juego es muy fácil: se trata de encontrar las diferencias. Con poner las dos imágenes creo que es suficiente...

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Dos películas prácticamente de la misma época:

- Sin perdón (Unforgiven, 1992). Obra maestra indiscutible de Clint Eastwood, un clásico inolvidable y rotundo.

- Justino, un asesino de la tercera edad (1994). Dirigida por La cuadrilla y punto de partida de una trilogía sobre esperpentos nacionales (las continuaciones fueron Matías, juez de línea y Atilano presidente), es una divertida, sarcástica y negra, muy negra película que parece estar olvidada y que es totalmente reivindicable.

15 de febrero de 2010

Después del día de los enamorados...

ESTACIÓN TERMINI (Vittorio De Sica, 1955)

[Película también conocida como Indiscreción de una esposa americana]

En sesenta y tres minutos el cineasta Vittorio De Sica (que, recordemos, es el autor de magníficas joyas como Ladrón de bicicletas o Milagro en Milán) nos presenta, a base de diálogos creados nada menos que por Truman Capote sobre la historia Estación Termini de Cesare Zavattini, una historia desoladora de amor, de amor prohibido y casi imposible, ese tipo de amor que siempre ha sido y será tan cinematográfico.

La película es de tan corto metraje porque desde el primer minuto va directa al meollo de la cuestión: una mujer americana (una madura Jennifer Jones) está a punto de marcharse de Roma en tren a París. Sabemos que algo le atormenta y pronto averiguamos qué es. Se trata de su amante, Montgomery Clift, a quien va a dejar atrás después de un mes de oculto romance, para reencontrarse con su marido y su monótona vida.

De Sica nos enseña la vida que tiene la estación de Roma en todo su esplendor, no hay detalle que se le escape con todo tipo de pasajeros yendo y viniendo de todos los lados y hacia todos los lados: hombres, mujeres, niños, clérigos, incluso un desfile, y en medio de todo ello, la pareja protagonista, que como ya he dicho, desde el primer instante, en las caras de ambos, vemos lo trágico del asunto… La mujer con su mirada dice quiero irme, pero no puedo porque el amor que siento por ti es demasiado fuerte, mientras que la mirada de él está completamente ida, recordando todos y cada uno de los detalles pasados junto a ella durante un mes. Es quizá una de las interpretaciones de Montgomery Clift que más me ha llamado la atención, por su sinceridad.

La película probablemente haya envejecido en algún aspecto que otro, como en ese en el que se nos muestra el puritanismo extremo que había en aquella época, donde podían tratar a alguien como a un criminal solamente por besarse en el lugar equivocado, o quizá en el tipo de voyeurismo que algunas personas practicaban, tal y como hace aquel personajillo tan interesado en el affair de los dos amantes.

Por otro lado, lo que no ha envejecido es la historia que cuenta: una historia de amor que en esta ocasión sucede en Roma, pero que sabemos que perfectamente puede estar pasando en Londres, en Nueva York, en Madrid o en Tombuctú, quizá al mismo tiempo, o quizá no, pero que aunque pasen años y años, sucederá una y otra vez, porque ya lo decía la canción, el amor está en el aire, y puede caer sobre cualquiera.

[Nota SPOILER: Me gustaría destacar un momento de la película, en el que vemos cómo el jefe de la comisaría de la estación decide dejar marchar a los dos amantes. ¿Por qué lo hace? Puede ser por mil razones pero simplemente creo que el pavor que en esos momentos está sintiendo el personaje de Jennifer Jones le conmueve hasta tal punto que le hace pensar sobre ello, que quizá le esté haciendo recordar una situación parecida que haya tenido él en su propio pasado, quizá piensa que a él también le puede pasar lo mismo y se está viendo a sí mismo como acusado… o quizá, sin más, es que es un romántico empedernido. FIN SPOILER]

11 de febrero de 2010

¿Qué he hecho yo...?

¿Qué he hecho yo para merecer que haya fútbol todos los días de la semana? La noticia al respecto se publicó hace unos días, puedes leerla aquí.

El fútbol no me apasiona, y como diría aquel, ni me va, ni me viene. Pero los aficionados y los gestores de derechos de emisión de partidos de fútbol no tenían suficiente con casi todos los días de la semana de fútbol que ahora deciden que habrá todos los días, ea, sí señores.

Ya no tendrá sentido esta canción de los originalmente magníficos Mojinos Escozíos (digo originalmente porque sus primeros trabajos son fantásticos, geniales, mientras que los últimos los considero de poca calidad en comparación a aquellos de sus orígenes) titulada La triste historia del hombre más triste del mundo:



[Tema incluido en su disco En un cortijo grande el que es tonto se muere de hambre]

9 de febrero de 2010

Alma


Hoy traigo un corto por el que apuesto para la inminente edición de los premios Goya. Se trata de Alma, de Rodrigo Blaas, y reconozco que la apuesta es arriesgada porque muy probablemente el premio se lo lleve el simpático La dama y la muerte, de Javier Recio Gracia, y es que además debemos tener en cuenta que este último está apadrinado por un nombre potente como es el de Antonio Banderas, que lo produce (cortometraje animado que también está nominado a los Oscar, siendo el primer corto de animación español que es nominado en esta categoría).

A lo que íbamos: Alma es una niña como otra cualquiera, curiosa y pizpireta que ve en una tienda una serie de muñecos que le llaman la atención...

Espero que os guste tanto como a mí:



Web del corto: http://almashortfilm.com/

PD: Si no recuerdo mal, el director Rodrigo Blaas trabaja nada más y nada menos que para Pixar (no es de extrañar, vista la gran animación de este corto)
 

8 de febrero de 2010

¿Se ríe de sí mismo?

En Gran Angular han colocado el siguiente vídeo, al hilo de una gala televisiva en Suecia para elegir a su representante en el próximo Festival de Eurovisión, festival que por lo visto se toman muy en serio, más o menos como aquí. Incluso tienen estrellas invitadas, tal y como podemos ver...



Efectivamente, era Dolph Lundgren, y si sabes algo de sueco (yo no), habrás entendido que montan todo un paripé para que el armatoste pueda tener una entrada más o menos triunfal e inesperada, con el cuento de que la gala, cuando ya tocaba a su fin, sufre un sabotaje. Pero ahí aparece el héroe para desfacer el entuerto y arreglar el desaguisado (o no). La pregunta que yo me hago es si el showman en el que vemos convertido a Lundgren lo hace en serio o simplemente se está riendo de sí mismo, de lo que fue en el pasado. Me gustaría creer lo segundo, así que me voy a quedar con esa idea.

Dos de los grandes éxitos de Dolph Lundgren fueron la ultrapatriótica Rocky IV (1985), donde interpretaba a uno de los contrincantes más recordados de Rocky Balboa, el ruso Ivan Drago y Soldado universal (1992) donde se las veía con otro actor mítico de la época, Jean-Claude Van Damme, aunque también puede ser recordado por alguna otra película.

Yo... matar... Rocky... [Clic para ampliar]

Qué tiempos aquellos, ¿verdad, JCVD?
¡Qué jóvenes éramos! [Clic para ampliar]

De regalo y para acabar, el despiporre: Los soldados universales han vuelto. Se trata de Soldado universal: Regeneration. Claro, si continuan haciendo películas de Terminator y de Batman, ¿por qué no van a hacer una más del soldado universal, que tanta fama les dio? Esta película tiene pinta de ser un auténtico desmadre.

5 de febrero de 2010

Un día más, sin más

Aquello iba a ser un día más, sin más. Con su noche, con su borrachera. Con su resaca al día siguiente. ¡Pero no! Cuál iba a ser mi sorpresa, que ese día sería mi día. Un nuevo caso llegaría a mí, como todos, como quien no quiere la cosa. Y la cosa era que en realidad aquel caso no era un caso cualquiera (caramba, como la vaca, hay que ver cuánto se puso de moda este bicho con aquello de que estaba loco. Un día de estos también me pondré a investigar ese caso… Tanto problema para los gobiernos de todo el continente, y en cuanto yo, Mr. Flujerkin, el Maestro de la Inspiración, el Cuatro Ojos, el Magnífico, el Superdotado –en todos los sentidos-, el… esto… bueno, me he ido un poco de madre. A lo que iba: en cuanto yo, Flujerkin, me ponga a investigar el caso, en un pis-pás, o como decía mi madre, cagando ostias, lo resuelvo).

Total, que aquel día, como todos los días, di de desayunar a mi chucho, Nick. Le conté un par de chistes, como siempre, para alegrarle el día y asimismo alegrármelo a mí mismo (caray, hoy estoy inspirado: qué bonito juego de palabras, “asimismo” y “amímismo”), y salí a la calle en busca de casos. No fui a mi despacho porque no lo tengo. Mucha gente dice que es penoso no tenerlo, que soy un pobre hombre, un desgraciado. Quizá tengan razón. Pero yo no tengo despacho ni lugar donde llevarme a las chatis en horas de trabajo porque me considero demasiado autónomo, autómata, autócrifo… en fin, lo que sea. Eso se lo dejo a los grandes: Philip Marlowe, Sam Spade, Nick Carter (aquel gran detective checoslovaco, es en su honor el nombre de mi chucho), el inglés aquel que tenía un médico como ayudante, este… ¿cómo se llamaba? Vaya, no lo recuerdo. Ah, perdón, no sé si ya lo he dicho, pero yo soy Flujerkin, detective privado.

Como iba diciendo, no fui a mi despacho, simplemente paseé y paseé por las calles de la ciudad, hasta que de repente, como si tal cosa, un hombre (¿o era mujer? ¿o era niño? ¿o era niña? ¿o era travesti? ¿o drag queen? ¿o qué? No me fijé, yo estaba estupefaciándome un poco, porque yo, como cualquier otra persona, tengo mis vicios) tropezó conmigo y me dijo una palabra que fue la clave para mi siguiente caso: “Barraca tú”.

¿Qué leches quería decir aquello? ¿No podía haberme entregado un mensaje, como hace todo el mundo? ¿No podía haber hablado con mi chucho? (nota: mi perro es tan listo que sabe hablar con la gente, y además pasa de hablar con los de su especie, dice que son demasiado lerdos). Empecé a darle vueltas a todo aquello. “Todo aquello” sólo era una expresión: “Barraca tú”.

Como en un pueblo cercano a la ciudad eran las fiestas patronales, decidí acercarme a observar las barracas (probablemente tuviera relación, era lógico), y de paso a ligarme a alguna o a varias chatis, y cómo no, a emborracharme, ya que si no, aunque soy atractivo de cojones y perdonen la sinceridad, no me atrevería a hablar con nadie.

Llegué a las barracas. Aunque era un pueblo pequeño, tenía de todo en lo que a barracas se refiere: Autos de choque y tiovivos. Me acerqué a los gerentes de cada uno de esos divertimentos, y después de repetirles varias veces lo que quería, que era saber si aquella expresión tan chunga tenía algún sentido lógico para ellos (nota: lo de repetirlo varias veces no era porque ellos fueran tontos o algo parecido, lo que pasa es que yo llevaba tal cogorza encima, que prácticamente no sabía ni lo que decía, entonces debía repetir las cosas, no para los demás, sino para mí mismo). Las respuestas fueron las siguientes:

1) “¿Ein? No sé, pero tiene pinta de insulto…”

2) “Quite, quite, que eso fijo que es de alguna secta satánica mala…” (y después de santiguarse me cerró la puerta en todas las napias)

3) “¿Eso no es el nuevo equipo de fútbol local?” (después de asegurarle que no, ya que estoy muy puesto en eso del balompié, me alejé a dormir la mona a cualquier parte del pueblo)

¿Sería realmente algo relacionado con el Maligno? Esto es lo que me preguntaba mientras me dirigía a ninguna parte. Si así era, íbamos listos, porque aunque yo sea muy listo, soy ateo, y aunque no tenga nada que ver, yo en estas cosas no me meto, así que como yo no estaba dispuesto a solucionar nada, íbamos a morir todo quisque por culpa de Satán.

En fin, mi mayor estado de inspiración es durante la ebriedad (qué bien hablo a veces, copón), pero no sé qué me pasaba esa noche que no podía pensar en nada, principalmente porque no había pillado cacho. Encontré un descampado alejado del bullicio febril y festivo del pueblo para poder dormir. Decidí pasar de aquel caso, ya que no tenía ni inspiración ni ganas. Ya aparecerá algún otro problema social (que es como me gusta llamar a los casos de los que yo me ocupo). Y cuando ya estaba adormilado, muy a gusto, allí con el ruido de los grillos y alguna oveja que otra, alguien tropieza conmigo, despertándome y cayendo al suelo. En cuanto logró levantarse, ayudado por una cachava con punta de acero, me dijo algo que me dejó helado: “Barraca tú”. Pero esta vez la expresión satánica sonó diferente. Y por si fuera poco, el hombrecillo, que además de ropa algo rural llevaba boina, como poseído, empezó a decir cosas aún más ininteligibles. Yo ya no estaba helado. Estaba a cien millones de años luz de estar helado. Era una completa estatua. ¡¡Lucifer llegaba!! ¡¡Nadie se iba a salvar!! Intenté levantarme, pero el acojone me lo impidió. De repente, el hombrecillo dejó de hablar como lo hacía y empezó a hablarme normalmente, en mi idioma. Le pregunté qué había sentido con Satanás intentando entrar en su cuerpo, y él me dijo que no dijera chorradas, que qué coño Satán ni nada. Entonces le pregunté, ya repuesto, por la expresión famosa, por “Barraca tú”. Y él me explicó que el tropezón había sido culpa suya y que por eso me había pedido perdón. “¿Cómo perdón?”, le pregunté yo totalmente alucinado, y él me repitió lo de antes. ¡Y la Inspiración me llegó! Un nuevo caso que Mr. Flujerkin ha resuelto.

La solución es la siguiente: Resulta que yo, a pesar de ser extremadamente inteligente, como todo lo que está diseñado a la perfección, no estoy tan perfectamente diseñado, es decir, que siempre puede uno encontrar fallos en esas cosas perfectamente diseñadas, como es mi caso, y mi defecto es que soy un despistado. Y claro, soy tan despistado, que no me di ni cuenta de que estaba en tierras vascas, donde se habla euskera. Soy tan despistado y olvidadizo que no me acordaba ni de que al salir de casa me despedí de mi chucho Nick con un simple “gero arte”. De manera que la expresión que yo pensaba que era satánica (puf, madre mía… ¿cómo habré podido yo pensar una cosa asín?) no era sino la forma de pedir perdón en euskera: “BARKATU” y no “BARRACA TÚ”.

FIN

Epílogo: Cuando llegué a mi casa, y le conté lo sucedido a Nick, él me contó que lo suponía desde el principio. Que él lo habría resuelto sin necesidad de hacer la visita al pueblo aquel. Por eso no le dejo salir nunca de casa. Que no se entere nadie, pero lo confieso: me da cien millones de vueltas el jodío bicho. Si es que mi perro siempre ha sido un aguililla.

FIN DE VERDAD