Allá voy: tercera entrega de otras películas que vi en el Festival de Cine de Donostia-San Sebastián...
¡A txiflar!
Pensé que iba a haber fiesta (Victoria Galardi)
La directora Victoria Galardi participó en la Sección Oficial en 2010 con Cerro Bayo, que a mí no me gustó nada, y también en 2008 con su primera película (Amorosa soledad, en aquella ocasión en Zabaltegi-Nuevos Directores). Ahora participaba en Horizontes Latinos con una película muy sencilla, lo cual a veces es bueno, y otras malo... En esta ocasión, ni fú ni fá. La película cuenta la historia de Ana (Elena Anaya), una chica que quedará al cuidado de la casa de una amiga suya, que es una mujer separada con una hija que va a a pasar unos días fuera. La cosa se complica (para la protagonista, no para el espectador), cuando Ana se lía y se convierte en pareja del ex marido de su amiga. En principio no debería pasar nada, porque lo pasado, pasado está, pero ella tiene miedo de que no sea así...
Todo el metraje se juega con eso, con el miedo de saber si se descubrirá o no... pero no hay más. De hecho, creo que al espectador le importa bien poco que se descubra o no el pastel. Qué más dará, si tampoco es para tanto... Y así toda la película, que afortunadamente no es demasiado larga. Elena Anaya no está mal, imprime mucha naturalidad a su personaje, pero no hay gran cosa más. Por cierto, que toda la puesta en escena, así como la historia en sí, es muy teatral, daba la impresión de ser una adaptación de teatro...
Harmony Lessons (Emir Baigazin)
Una de las gratas sorpresas del Festival. Un chaval de pueblo, muy de pueblo, va al colegio y sus compañeros, por culpa del mafioso del lugar (otro compañero suyo), le hacen un bullying muy radical. Todos excepto uno, que tiene dos dedos de frente. Lo que no saben es que el chico es un psicópata en potencia, pero claro lo mantiene muy en secreto... nadie sabe que si le tocan las narices, él puede ser mucho peor.
La película es muy rara, vaya esto por delante. Empieza con un costumbrismo bucólico muy peculiar, con planos eternos que hacen recordar al "mejor" cine de Apichapong Wachisukaki (o como se escriba el nombre del director de El tío Boonmee recuerda sus vidas pasadas), de ahí pasa a cine de denuncia social (con torturas incluidas a los chavales, aunque aviso al lector de que no son demasiado duras de ver), para acabar volviendo al costumbrismo inicial, esta vez con toques oníricos (el plano final es impagable, una curiosa mezcla de poesía e ida de olla total que enlaza con lo visto nada más empezar la película). El personaje principal es fantástico, porque no deja de sorprender, se ve cada vez de qué cosas puede ser capaz, de lo retorcido que puede llegar a ser... En fin, sólo decir para acabar que si a alguien no le gustan las cucarachas y no sabe qué hacer con ellas, en esta película hay varios métodos que... bueno, que esta es su película. Extraña y atrayente.