10 de octubre de 2013

Zinemaldia 2013: Venga va, unos rapiditos (IV, y fin)

Acabo ya con esta serie de comentarios sobre películas vistas en el 61 Zinemaldia y no reseñadas más extensamente con anterioridad. Próximamente, comentarios sobre mi inminente visita al Festival de Cine Fantástico de Sitges...

¡A txiflar!

Fruitvale station (Ryan Coogler)

La sensación del año dentro del cine indie americano. ¿Por qué? Pues porque ganó en el festival de Sundance el Gran Premio del Jurado, así como el del público, y por si fuera poco en Cannes también cosechó algo (premio Avenir en la sección Un certain regard). Pero la cosa no es para tanto. La historia es la de un chico negro que ha tenido un pasado turbio, cárcel incluida, por temas de droga, pero ahora ya se ha reformado, es muy buena persona y eso nos lo hacen saber continuamente, una vez tras otra. 

El caso es que es la historia real de cómo fue asesinado por la policía en la estación del metro del título, de una forma ridícula y por supuesto con abuso de poder. El momento fue grabado por móviles de otros usuarios del metro, y esto es lo que ha provocado que la película se hiciera. Denuncia social pero con una floja y repetitiva historia, y es que como digo, acaba cansando ver lo buen chico que es el protagonista. Eso sí, y aquío coincide todo el mundo, hay que reconocer que el tramo final de la película, aquel que sucede desde que se monta en el metro el grupo de amigos, es  genial porque sabes cómo va a terminar todo, pero no sabes cómo se llega a ese punto tan trágico. Está bien hecha, muy al estilo indie, pero no es gran cosa y por si fuera poco es algo manipuladora con el espectador en ciertos momentos. Aun así, seguro que se lleva unas cuantas nominaciones a los Oscar, ya que está apadrinada por los hermanos Weinstein, y estos siempre meten muchísima mano en esas cosas (demasiada, quizá).

Gloria (Sebastián Leilo)

Paulina García. Premio a la mejor actriz en el Festival de Berlín. Ella sola se come la pantalla, se come la película. No hay que decir más. Bueno, sí que hay que decir, venga va... El director Sebastián Leilo realiza una película estupenda, muy fácil de ver en la que se sigue continuamente a Gloria, una mujer muy entrada en la cincuentena que no termina de encontrar su lugar en la vida, con su ex marido y sus hijos, pero ella no sabe dónde ir, o dónde llegar, hasta que conoce a un hombre que parece ser el nuevo amor de su vida, aquel que le hace vivir y revivir viejos  momentos de alegría. 

Una historia como la vida misma: a veces cruda, pero otras cómica; a veces sufriendo la soledad, pero otras veces disfrutando de ella... Uno se deja llevar por este gran personaje y sufre y ríe con ella, convirtiéndose la película en un canto a la mujer, sea de la edad que sea, demostrando que se puede ser feliz siempre que se esté dispuesto, o dispuesta ,a ello. Rompiendo con todo, aunque el camino hasta llegar ahí no sea demasiado fácil. Nunca lo será. 

L'image manquante (Rithy Panh)

Fantástico documental que cuenta de una forma originalísima la historia de una dictadura militar, la de los Jemeres Rojos en Camboya, en la que se busca una imagen perdida, una que haga pensar y reflexionar al personal sobre las atrocidades que allí se cometieron, o sobre las que se pueden cometer en cualquier parte del mundo donde haya sucedido o pueda suceder algo así.

A falta de dicha imagen, el director decide reconstruir toda la historia a base de muñecos de arcilla, sin movimiento (sólo el de la cámara) e imágenes de archivo. Con una voz totalmente neutra narrando todo... Una de las grandes sorpresas del Festival, que según se comentaba, en Cannes fue de lo mejor (si no lo mejor) que allí se vio (obtuvo el premio Un certain regard en aquel festival). Totalmente recomendable.

Kaze tachinu / The wind rises (Hayao Miyazaki)

Hayao Miyazaki crea su última película (literalmente, ya que ha anunciado que se retira del Cine) sin toques fantásticos, esos que tanto nos gustan a todos cuando vemos algo suyo. Bueno, algún toque sí hay, pero no es estrictamente fantástico, es más bien onírico ya que el protagonista de la historia, un ingeniero que desea contruir hermosos aviones, comparte sueños con su ídolo.

Basada en hechos reales, cuenta la historia de Jiro, a través de la cual se va viendo una sucesión de hechos acaecidos en los años veinte, treinta y cuarenta en forma de melodrama clásico, con todos sus elementos. Quizá el problema que se le puede ver es que toda la primera parte se hace un tanto larga, pero todo lo demás es para quitarse el sombrero, con unos personajes estupendos y una animación que, como no podía ser de otra manera, es prodigiosa. Cada fotograma que forma la película es una obra de arte, sin excepción. Lo dicho: un melodrama estupendo y sorprendente, ya que viene de quien viene.

Child's pose/La postura del hijo (Calin Peter Netzer)

Una mujer de sesenta años descubre que su hijo, independizado hace tiempo, está envuelto en un accidente de tráfico. Ella no soporta que su hijo, de alguna manera, se haya rebelado contra ella, con lo cual ve la oportunidad perfecta para que vuelvan a estar juntos. Eso sí, manipulando todo lo que se pueda y a quien se pueda, ya que ella eso sabe hacerlo muy bien...

La película ganadora del Oso de Oro en Berlín es una muestra de lo manipuladora y egocéntrica que puede ser la clase alta, reflejada en ese personaje de la madre que es tan terrible, no soportando que alguien le lleve la contraria ni que se salga de los cánones que ella tiene preparados. Esta madre está interpretada terroríficamente bien por la actriz Luminita Gheorghiu, quien supongo que fue una más que seria oponente a Paulina García a la hora de obtener el premio a la mejor actriz. Crítica social rumana, muy rumana (pero extensible sin duda, estoy seguro, a muchas más sociedades) que no es nada habitual ver en las pantallas.

Like father, like son (Hirokazu Kore-Eda)

La nueva película del habitual del Zinemaldi Hirokazu Kore-Eda viena a contar un caso muy curioso: dos familias deben intercambiarse a sus hijos de seis años porque se ha descubierto que al nacer fueron intercambiados. El conflicto aparece. ¿Qué hacer? Una de las familias tiene dinero (clase alta) y la otra no (clase media-baja), por lo tanto los niños han sido educados en ambientes muy diferentes y habrá que ver cómo reaccionan, no sólo los niños sino también los padres...

¿Cómo sería esta situación en España? La verdad es que me hace mucha gracia imaginar esto, pero en fin, eso es otro tipo de debate a comentar en otro lugar... El caso es que en Japón todo se hace de forma muy civilizada, claro. Aunque no haya mucho acuerdo entre los padres, y la clase alta quiera, como siempre, pasar por encima de los demás, hay que atenerse a lo que hay que atenerse, por lo tanto no queda otra. El estilo de la película es al que nos tiene acostumbrados Kore-Eda: lleno de sencillez, dulzura y mucha naturalidad. Podría decirse también con esta película que se hace un poco larga, pero lo dicho anteriormente y algunos toques cómicos que va habiendo durante el metraje, hacen de esta una película estupenda. Aunque a mí personalmente me gusta más Kiseki (Milagro), todo hay que decirlo. Al público de Donostia también le gustó mucho y se llevó el premio del público.

A touch of sin (Jia Zhangke)

Exceptuando la película que vi (y su restrospectiva en general) de Nagisa Oshima, esta era "la" película oriental del Festival, ya que este año lo oriental ha brillado por su ausencia en las diferentes secciones. Además, Jia Zhangke es un reputado director (aunque no conocido por muchos, eso es verdad) y la película venía avalada con el premio al mejor guión en Cannes, razón de más para verla... Lamentablemente para mí, no estuvo a la altura de las expectativas. El paso del tiempo va haciendo que la valore un poco mejor que en el momento en que la vi, pero no mucho más.

Contando cuatro historias que tendrán un toque de violencia (de hecho ese mismo es su título en español: Un toque de violencia), empieza fantásticamente bien, con un ritmo que ya se ve que no es trepidante precisamente, que hay que tomarlo con calma... pero luego se va diluyendo y cada una de las historias, aunque algo interesantes en su medida, no terminan de llegar al espectador, en este caso a mí. Los diferentes cortes entre historia e historia descolocan bastante, y el hecho de que la primera de estas historias sea tan rotunda en cuanto a violencia, hace que se espere algo del mismo pelo, pero no. Cada vez hay menos, cada vez es más sutil... Precisamente esto de la sutileza podría ser algo a favor, pero ya es tarde. Quizá si el orden de estas historias (a veces incluso intimistas) fuera diferente, quizá con eso, la sensación sobre uno mismo sería mejor. Pero de esta forma, no fue así. Resultó ser, probablemente, mi gran decepción del Festival.

The zero theorem (Terry Gilliam)

Terry Gilliam vuelve a la carga. Y lo hace con una historia, con un tipo de película, que recuerda muchísimo a si mítica Brazil. Pero no llega a su nivel, vaya eso por delante. La película cuenta la historia de un extrañísimo genio de la informática (interpretado por el siempre excelente Christoph Waltz) a quien encargan encontrar el sentido de la vida a través de los programas informáticos que maneja. Es pues, una búsqueda o un desencuentro continuo donde, por supuesto, no debe faltar el amor, pues esto mismo es parte esencial (o no) de lo que busca el protagonista.

Visualmente la película es increíble y tiene una estética brutal. Lógico, siendo de Terry Gilliam, cuya imaginación es realmente inabarcable... eso es una garantía. El problema es el guión, que tiene un montón de altibajos, por todos lados. Una auténtica montaña rusa de locura, con personajes excéntricos a más no poder (a destacar el interpretado por David Thewliss o el de Tilda Swinton, entre otros). Aun así, al acabar la película no se tiene la sensación de haber perdido el tiempo, puesto que además tiene cierto mensaje, haciendo ver que si seguimos por el camino que vamos, la forma en la que vamos a acabar conectados con todo no es precisamente muy esperanzadora.... Vamos, que en resumen no es una mala película a pesar de una historia un tanto floja en muchos momentos, y que la imaginación de Gilliam sigue en plena forma, asi que aquellos que le seguimos haga lo que haga estamos muy contentos por ello.

FIN (de comentarios sobre el Zinemaldia 2013)


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