10 de septiembre de 2022

David Cronenberg: Cromosoma 3 (1979)

En el instituto Somafree, el doctor Raglan realiza con sus pacientes lo que denomina “terapia psicoplásmica”, un tratamiento que pretende analizar los problemas mentales en base a cómo se encuentre el cuerpo. Cuando Frank Carvert, con su mujer ingresada en el instituto debido a su demencia, encuentra que su hija tiene indicios de haber sido maltratada o golpeada, empiezan a aparecer unos extraños niños malformados que, muy violentamente, matan a algunas personas.

De nuevo en una película de David Cronenberg tenemos un centro y un doctor regentándolo, siendo los desencadenantes de la historia. Ahora sí, a un nivel indudable y totalmente reconocible, llega al cine de David Cronenberg la Nueva Carne, y lo hace para quedarse. Esos estudios psicoplásmicos de Raglan lo que provocan es que la ira acabe haciendo aparecer a esos pequeños asesinos, descubriendo su verdadero origen al final de la película, de una forma espeluznante en un momento en el que las malformaciones en el cuerpo hacen aparición, así como líquido amniótico, mucha sangre, y con una actriz Samantha Eggar espectacular e inolvidable. Icónica.


En esta ocasión David Cronenberg cambia de equipo de producción, asociándose con unos productores que ven que el director puede aspirar a más de lo que ha hecho hasta ahora, pero sobre todo, cambia de compositor para la banda sonora: Llega Howard Shore, el gran autor del que ya no se separará en toda su carrera (excepto para La zona muerta). Shore compone una música (aunque es su segundo trabajo para cine, mucha gente la considera como su primera obra) que ya sonando desde el inicio en los títulos de crédito, pero especialmente en los ataques de los infantes, puede recordar en ciertos tonos a la de Bernard Herrmann para Psicosis. Pero por supuesto va mucho más allá y consigue una banda sonora de una turbiedad magnífica, que encaja a la perfección con la historia.

La primera escena de Cromosoma 3 consiste en un momento de terapia del doctor Raglan con un paciente suyo. Inicialmente parece una representación teatral, dada la puesta en escena y el público que se encuentra observando. Cuando por fin nos damos cuenta de que todo forma parte de lo que en el instituto Somafree se realiza, nosotros como espectadores podemos pensar que también es una treta del propio Cronenberg, que quizá, siendo el inicio de la película, nos está planteando si lo que Raglan hace es sólo una pantomima o tiene un alcance real. Al acabar la película, veremos que de pantomima tenía poco (hasta el punto de que el propio doctor sucumbe a lo que su trabajo ha producido, de tan real que ha terminado siendo) y que incluso el peligro de que todo continúe sigue existiendo, pues el plano final es inquietante como pocos: tras ver en pantalla que la niña Candice tiene en su brazo un par de peligrosas protuberancias, la imagen cambia a los ojos de la niña que nos mira fijamente. Fundido a negro. No estamos a salvo. Gran final.

Siendo lo mejor de la película los espeluznantes y muy violentos ataques de los niños, el resto del metraje está dotado de un estupendo suspense, donde vemos a los personajes (y al espectados con ellos) ser conscientes poco a poco de la magnitud que todo está teniendo y hasta dónde puede llegar. Todo ello con una puesta en escena que Cronenberg ha mejorado claramente, así como el montaje general de toda la película que potencia el suspense comentado o la violencia cuando corresponda.


Un par de curiosidades. La primera está relacionada con la distribución que Cromosoma 3 tuvo en Estados Unidos. Fue nada menos que Roger Corman quien se encargó de ello, pero lo hizo catalogando la película como una serie B terrorífica, cosa que seguramente influyó mucho a unos y a otros espectadores para ir a verla al cine o no. El caso es que esa decisión no gustó demasiado a Cronenberg. La segunda curiosidad es que el propio director ha reconocido que la historia de la película es en parte autobiográfica, ya que cuando escribió el guion en lo que pensaba era en el fracaso matrimonial con su primera mujer, teniendo él mismo puntos en común con el protagonista de la película (quiere pasar el mayor tiempo posible con su hija) y reflejando de alguna manera a su ex mujer en el personaje de Samantha Eggar.

Y por supuesto, los conceptos de la Nueva Carne: El cuerpo se rebela, aparecen protuberancias y malformaciones desde la mente, la ira genera niños asesinos... Y la maternidad. En un momento determinado el personaje de la madre, Samantha Eggar, dice “estoy en una extraña aventura”. Eso es algo que toda madre, especialmente las primerizas, seguro comparten, pues la maternidad es toda una aventura. El asunto es que en Cromosoma 3, dicha aventura es algo que va mucho más allá. Si bien el acto de dar a luz quizá sea una de las cosas más asquerosas pero a la vez más bellas que hay, en la película se desprovee de cualquier relación con lo natural (y lo bello) para convertirlo en algo que engendra niños sin genitales y sin ombligo... Cronenberg en su salsa.





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