HORIZONTES LATINOS
El Festival Internacional de Cine de Donostia-San Sebastián estrena mundialmente esta película colectiva, una película de cuatro episodios que habla de la escritura y de la lectura, de los procesos creativos y particulares que engloban todo ello. Para este cometido los productores Diego Dubcovsky y Florencia Scarano encargaron a cuatro directores diferentes realizar otas tantas historias sobre esa temática. Los elegidos fueron dos hombres y dos mujeres. A saber: Edgardo Cozarinsky, Santiago Loza, Virginia Cosin y Romina Paula. Todos ellos a excepción de Cosin ya conocen el Zinemaldi al haber pasado con anterioridad por alguna de sus secciones, incluso llegando a ganar algún premio, como es el caso de Romina Paula, que en 2019 obtuvo el premio Horizontes Latinos con su película De nuevo otra vez.
Centrándonos en la película, cada capítulo tiene su estilo propio, como los directores en sí, y tengo que decir que ninguno me ha terminado de gustar. La película, en general, no me ha terminado de gustar. Por una razón o por otra, no me han enganchado en ningún momento. Afortunadamente la película apenas dura setenta y cinco minutos, así que ayudada por su estructura episódica, más o menos termina rápido.
El primer capítulo, el de Edgardo Cozarinsky, cuenta la historia de un señor ya mayor que tiene dificultades en la vista, costándole leer en una cafetería a la que suele acudir. Allí, leyendo, vemos qué sucede con el personaje y cómo le van las cosas. Personalmente me ha parecido un cortometraje casi amateur, no sólo por el tipo de realización y fotografía, sino también por las actuaciones. Desconozco el cine de Cozarinsky y trayectoria actoral del protagonista de esta historia, pero me ha fallado aquí prácticamente todo. Menos la duración: es el capítulo más corto.
En cuanto al segundo capítulo, el de Santiago Loza, intenta ser divertido pero le falta concreción y me sucede exactamente lo mismo que con el anterior. Quizá parece hecho con prisas (dada la naturaleza del proyecto no dejaba mucho margen a los cineastas para tomarse su tiempo), pero tampoco le he visto demasiado la gracia.
El capítulo de Virginia Cosin está mejor realizado y más cuidado a nivel de fotografía, iluminación, coreografía actoral y manejo de la cámara, teniendo como escenario una fiesta en un piso. Aun así, la historia tampoco me ha enganchado. En ella se cuenta, casi en su totalidad con voz en off, el momento existencial de la chica protagonista, escritora que no encuentra su lugar en el mundo, o allá donde quiera que esté. Unos pensamientos un tanto repetitivos que hacían que desconectase de lo que pretendían contarme, amén de que tenia la sensación continua de que algo así ya lo he visto en otras ocasiones.
Por último, en el capítulo de Romina Paula vemos una lectura de un texto de una obra de teatro, con los actores y los responsables de la obra alrededor de una mesa realizándola. Si bien puede parecer algo original como punto de partida, cuando ya todos llevan leyendo un buen rato, uno quiere que la cosa avance hacia algún punto, y eso bajo mi punto de vista tarda bastante en llegar. Y cuando lo hace, ya no tengo interés ni ganas. Y por si fuera poco, no termina de entenderse muy bien qué debate sobre lo que han leído hay entre los personajes/actores alrededor de la mesa.
En definitiva, una película con cuatro propuestas que podrían haber sido muy interesantes al querer ahondar en los temas creativos literarios, pero que no funciona bien salvo en su corta duración.
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