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Hace pocos días vi el documental You don’t Nomi (Jeffrey McHale) y sin ser un mal documental sobre el culto a esa birria que es Showgirls (Paul Verhoeven), me quedé con las ganas de escuchar voces en contra sobre la película que homenajea, veinticinco años después de su estreno. Con Crock of gold , a few rounds with Shane MacGowan, me ha pasado un poco lo mismo, aunque la diferencia en cuanto a creatividad y al interés que en mí suscita lo narrado en ambas películas es, directamente, abismal. Crock of gold es un homenaje directo al líder de la mítica banda irlandesa The Pogues, y es también una de las mejores películas que se verán este año en el Zinemaldia.
Producido por Johnny Depp, amigo de MacGowan desde hace más
de treinta años, el documental hace un repaso exhaustivo a la vida del peculiar
personaje, desde sus orígenes, contando su infancia con animaciones muy
simpáticas y una buena composición de fotografía que hace que los momentos del
campo y de la granja donde vivía su familia tengan cierto halo mágico, quizá
para contrastar con el auténtico desfase que vendrá años después en su vida y
ya con todos sus compañeros de fatigas, mezclando drogas, alcohol y muchísimos
conciertos. Ahí el documental, a nivel visual ya se vuelve más estándar, incluyendo
infinitas imágenes de archivo (siempre muy acertadas) y declaraciones actuales
de MacGowan y gente cercana a él, pero sin dejar de interesar. Pero claro, creo
que es difícil que un documental sobre un personaje como este deje de
interesar, a nada que su protagonista quiera contar cosas, porque menudo tío
está hecho…
Reconozco que más allá de un par de canciones, de todas las que suenan en la película, no sabía nada acerca de The Pogues y mucho menos de su líder, con lo que este documental me ha dejado plenamente satisfecho en ese sentido. Además está bien realizado, no en vano el director Julien Temple tiene mucho rodaje a sus espaldas en lo que a documentales musicales se refiere (sobre los Sex Pistols, The Clash y Joe Strummer, Ray Davies… y muchos más) y eso se nota. Me gustaría destacar especialmente uno de los primeros momentos de la película: en pantalla se funde un plano donde se ve a MacGowan hace muchos años y en relativo buen estado, apareciendo de repente su imagen actual, en silla de ruedas y ladeado, blanquecino… sin duda, es un momento deliberadamente impactante.
En la película vemos a gente invitada muy ilustre charlando
sobre Shane MacGowan, o directamente hablando con él. Es el caso del propio
Johnny Depp, quien sale bebiendo con él y echándose buenas risas con cada cosa
que dice su amigo, o Gerry Adams, antiguo presidente del partido político Sinn
Fein y con quien comparte ese amor por Irlanda y el deseo, como bien dicen
ambos, de que los británicos dejen en paz a Irlanda de una vez. Por supuesto,
Irlanda es otro gran personaje en la película, no podía ser de otra manera, se hace
un repaso a la política del país de las últimas décadas y se comentan las
afinidades con el IRA. Otra persona que aparece por ahí y que charla con
MacGowan es Bob Gillespie, líder del grupo Primal Scream, notándose además la
admiración que siente por él y dejando que MacGowan le guíe exclusivamente por
los temas de los que él quiere hablar.
La película finaliza con más caras conocidas, pero estas ya aparecen en el concierto que le dedicaron por su sesenta cumpleaños, donde estuvieron Bono (U2) o Sinead O’Connor, entre muchos otros, incluyendo gente de bandas que mantienen en cierta manera el legado de The Pogues aunque lo que tenía esta mítica banda es que siempre quedará como un grupo único e irrepetible.
Al acabar la película dan ganas de escuchar una y otra vez
todas las canciones que han sonado y también, cómo no, de tomarse una buena
pinta de cerveza. ¡Va por ti, Shane MacGowan!
Muy buena la crítica, Jon. Coincido contigo. Las respuestas de Shane muchas veces son buenísimas también, con ese toque de humor. Eso no lo ha perdido ...
ResponderEliminarEs una de las cosas que más llama la atención, esa socarronería del personaje. ¡Menudo tío!
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