HORIZONTES LATINOS
La directora mexicana Tatiana Huezo se
está haciendo un gran nombre en la cinematografía mundial gracias a
cada trabajo que realiza. Ya sea con sus documentales, género que
trabaja más, como con la ficción, representada por su pellícula
Noche de fuego (una de las grandes triunfadoras de la edición de
2021 del Zinemaldia, llevándose varios premios, entre ellos el de
Horizontes Latinos). Con El eco, Huezo vuelve al documental, y lo
hace de nuevo con una mirada única. La suya y la de los personajes
que habitan cada minuto de la película, que considero que es una de las mejores de esta edición del Zinemaldia.
El eco es un lejano pueblo al norte de
México, una región pequeña con sus habitantes dedicados a la
tierra, a los animales, a la educación... Todo eso se nos muestra a
través de la mirada de una serie de niños que habitan el pueblo.
También hay algún adulto, pero son secundarios. Las miradas
principales son las de los niños. Y son miradas que nos enseñan
muchas cosas sobre la vida, pues son ellos quienes no tienen pudor en
hacer preguntas de forma inocente pero totalmente valiosa, y crítica.
Es a través de estos niños que les gusta saber cómo son los
edificios de las ciudades, que abren la boca sorprendidos cada vez
que se les cuenta algo nuevo, que nosotros como espectadores
aprendemos a afrontar las despedidas, la muerte, la climatología
adversa... En definitiva, a saber comportarnos cuando las cosas de la
vida no nos vienen todo lo bien dadas como quisiéramos.
En la película podemos ver a un niño
mirando a través de una puerta entrecerrada mientras un par de
adultos charlan sobre que la mujer quiere aspirar a ser algo más que
una persona que se tiene que quedar en casa a hacer las labores de la
misma (sin duda ese es un momento muy poderoso, importante y
significativo), pero también podemos verle jugar al fútbol, observar la tormenta que se acerca (y después mirarnos a nosotros, haciéndonos partícipes de sus pensamientos), u
observando una vida que ha sido plena, llena de conocimiento,
marcharse poco a poco... Pero por encima de todo le vemos aprendiendo
a no perder la esperanza, a seguir manteniendo esa mirada inocente, a
querer seguir aprendiendo y a intentar ser mejor con todo lo que nos
rodea. Este mensaje internacional y eterno es lo que nos enseña la
película y la puesta en escena de Tatiana Huezo.
Estamos ante un documental muy especial, precioso de ver, muy sensorial (especialmente en lo sonoro), con personajes a los que se les coge mucho cariño rápidamente, con quienes te ríes y emocionas, y con los que poder empatizar muy fácilmente. Con esto, queda claro Tatiana Huezo sigue se ha convertido en todo un referente en el cine mexicano de los últimos años.
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