30 de diciembre de 2009

Obituario: Iván Zulueta

Iván Zulueta en el Festival
de Málaga de 2008 [clic para ampliar]

A las 6:30 de la mañana ha fallecido el director Iván Zulueta, nacido en San Sebastián en 1943. Llevaba dos días ingresado en el hospital, donde entró aquejado de un dolor en la pierna, que ya le venía molestando desde hacia tiempo.

Zulueta es el director de 'Arrebato' (1980), su obra maestra y una de las grandes películas de culto del cine español, etiqueta que quizá comparta con 'Amanece, que no es poco' de José Luis Cuerda y con muy pocas más. 'Arrebato' es una película insana, demencial y adictiva que refleja como ninguna otra, de una forma personal y única el vampirismo que el cine es capaz de provocar en los individuos. La película fue un total fracaso y tras ello el director se hizo adicto a la heroína y a las drogas, aduciendo siempre que era un tema -el de las drogas- que le interesaba demasiado, que no lo iba a dejar ya que "lo tenía controlado". 'Arrebato' está protagonizada por Cecilia Roth, Eusebio Poncela y un personaje llamado Will More, que en la movida madrileña era uno de los personajes más conocidos y singulares que uno se podía encontrar.

El propio Zulueta reconocía que le era muy difícil ver 'Arrebato' y que en todos estos años la había visto muy pocas veces, ya que fue un rodaje muy difícil que se alargó más de lo debido y al verla recordaba lo mal que lo pasó. Aun así, el hecho de ser una película tan apreciada le producía extrañeza pero a la vez le parecía agradable, eso sí, sintiendo cierto miedo por el hecho de que la gente viera la película y luego no le pareciera para tanto. En el siguiente vídeo el director habla de la película, de sus actores (para los que sólo tiene elogios, siendo divertido lo que comenta de Will More) y de alguna que otra peculiaridad al respecto:



Pero Iván Zulueta no sólo dirigió 'Arrebato'... También realizó otro largometraje, 'Un, dos, tres, al escondite inglés' (1969), enmarcado dentro del género musical más pop de la época y cortometrajes como 'Leo es pardo' (1976), que se presentó en la Berlinale, y las versiones aceleradas de 'King Kong' (1933) y 'Frankenstein' (1931), tituladas 'Kinkón' y 'Frank Stein' respectivamente.

Y además de cineasta, también era un gran cartelista, habiendo realizado carteles para Pedro Almodóvar en algunas de sus películas (Laberinto de pasiones, ¿Qué he hecho yo para merecer esto? y Entre tinieblas) o para Miguel Albaladejo (Ataque verbal), entre otros directores, así como carteles homenaje como por ejemplo el que realizó sobre Stanley Kubrick y 2001: una odisea del espacio.

En los últimos años Zulueta dijo que le gustaría seguir haciendo películas, "especialmente ahora que hay tantas facilidades". Lamentablemente no hay más trabajos suyos (salvo un par de episodios para series de televisión) y debido a su muerte, lógicamente, ya no los habrá.

Arrebato [clic para ampliar]


EXTRAS

Un trozo de 'Arrebato'



Cortometraje Kinkón (1971)



Cortometraje 'Leo es pardo' (1976)


Solos en la escalera

- Sí, la recuerdo bien. Era una buena vecina, o al menos eso parecía. A mí, al menos, siempre me sonreía y eso me animaba mucho. Sí, me animaba mucho, sobre todo aquellos días en los que a uno todo le sale mal (o quiere pensar que todo le está saliendo mal), y llega sin ganas de nada a casa, a la sucia soledad de la sucia casa del sucio y pesado trabajo.

Nos solíamos encontrar en la escalera, yo llegando y ella saliendo. Entonces yo la miraba, durante una mínima fracción de segundo, y estoy seguro, completamente seguro, de que en tan poco tiempo ella también me miraba y de que también podía estar llegando a sentir algo, algo, sólo algo de todo lo que sentía yo por ella. Me hubiera gustado juntar todos esos pequeños ratitos junto a ella para poder hacer una eternidad de ellos.

…para poder hacer una eternidad de ellos.


Me mudé a esta zona simplemente porque me cansé de ser el saco de las ostias. Todos los marrones me caían a mí. Llegué a un punto en el que, evidentemente, no pude aguantar más. Decidí largarme, pero como siempre he sido muy torpe y siempre he tenido muy mala suerte (estoy convencido de que eso es algo que nunca cambiará), el único piso que pude alquilar era uno que no quedaba muy lejos del anterior, tan solo a unos pocos cientos de metros.

Siempre caigo en los mismos errores. Parece que siga al pie de la letra aquella canción de Chavela.

De todas formas, todo eso forma parte, o puede formarla, de otra historia.


Hay un día que recuerdo con especial dolor. Fue aquel en el que estando yo en mi casa, oí abrirse su puerta. Rápidamente salté de mi incómodo sillón en dirección a la puerta. Sí, le tenía que decir algo, tenía que hablar con ella, lo necesitaba. Hablar con ella, de cualquier cosa, de lo más banal, pero hablar con ella. Llegando ya a la puerta, y a punto de abrirla, un pequeño diálogo me paró los pies y me congeló. Decidí observar a través de la mirilla. Lo que vi me partió el alma: en el rellano, ella y un hombre. Un beso. Ella le sonríe y le dice “hasta pronto”. Un beso. Él se va, y ella entra en su piso.

“Hasta pronto”.
“Hasta pronto”.
“Hasta pronto”.

No sé cuánto tiempo permanecí allí, de pie, frente a la puerta. Lo que sí sé es que lloré mucho, con unas lágrimas tan sordas que el único lugar donde se oían era en el fondo de cada uno de los restos de mi corazón hecho añicos.

Al reaccionar, analicé la imagen del hombre con quien la había visto. Era moreno, joven, pero no demasiado, sin ser tampoco mayor. Era corpulento y vestía informal, nada de elegancias por ningún lado: camiseta blanca cuyo dibujo no pude llegar a distinguir, vaqueros (algo apretados, el tío marcaba paquete), y unas zapatillas deportivas que a simple vista parecían muy cómodas. Por último, en la mano izquierda llevaba un libro. Lástima que no pudiera ver qué libro era, porque así podría haber averiguado más acerca suyo y puede que hasta de su personalidad.

Da lo mismo. Cada vez que por la calle me cruzo con alguien que me pueda recordar a ese hombre, automáticamente empiezo a sentir un odio profundo e irracional hacia él.

Desde aquel día, comencé a distanciarme de mi enigmática vecina (¿alguna vez habíamos estado cerca?). Ya no me apetecía siquiera mirarla al cruzarnos, y, ya en mi casa, cuando pensaba en ella, no salía de mi boca otra palabra que no fuera “puta”.


Dicen que el tiempo todo lo cura, y así es, porque según pasaban los días, yo me iba recuperando, diciéndome a mí mismo que yo no era así, y que debía comportarme tal como siempre lo había hecho. Poco a poco lo fui logrando. Supongo que también ayuda el que no volviera a ver (o que no quisiera ver) una situación como la contada con aquel hombre y ella.

Todo volvía a ser como antes: Nos cruzábamos en la escalera y nos mirábamos. Nada más. Ni una palabra. Eso sí, mis ganas de decirle todo lo que la amaba aumentaban y aumentaban. Esta vez no podía echarme atrás, se lo iba a decir todo. Empecé a pensar, muy nerviosamente, en las palabras que usaría. Pasaron varias horas y no encontraba las adecuadas. Así que decidí escribirlo. Al poco, tenía entre mis manos un papel con unas pocas palabras, pero que dejaban todo bastante claro.

Estaba decidido: se lo deslizaría bajo la puerta y ella, que seguro que es una mujer muy lista, sabría que he sido yo quien ha escrito la nota, vendría a hablar conmigo, y acabaría rendida a mis brazos.

Vaya, demasiadas fantasías.
De momento, decidí deslizar la nota.

Dejando la puerta de mi casa abierta, me acerqué a la suya, y justo cuando me estaba agachando (repito que lo de mi mala suerte nunca cambiará), mi teléfono móvil comenzó a sonar. Entre los nervios de mi propia situación y el susto que me dio el teléfono, entré corriendo a mi casa, cerrando la puerta, con la nota aún en mis manos. Era una llamada del trabajo. Urgente, muy urgente. Debía ir a la empresa para un asunto absolutamente inaplazable.

¿Qué hacer con la nota? Podía dejársela según salía de casa. O bien esperar a dejársela al volver de la urgencia. No sé porqué, no tenía razones, pero opté por lo segundo.

Evidentemente, el asunto tan urgente no era tan urgente, ni tan inaplazable, ni nada complicado del otro mundo. Era, simplemente, y lo digo una vez más, que tengo muy mala suerte para todo.

“Déjate de tonterías y espabila de una maldita vez. Ve por ella”, me dije a mí mismo, estando aún a las puertas de la empresa. Así lo hice: busqué algún medio de transporte pero no lo encontré, así que, no pudiendo aguantarme, empecé a correr en dirección a mi casa, o mejor dicho, en dirección a su casa, pues era a su puerta a la que llamaría y es a ella a quien le diría lo que le tenía que decir. Con las palabras que fueran. Con gestos, si era preciso.

Empecé, pues, a correr, tal y como hace Woody Allen al final de “Manhattan”, corriendo a buscar a la bella Mariel Hemingway para decirle, también, que la quiere.


En “Manhattan”, Woody Allen, tras haber recorrido gran parte de la ciudad corriendo, llega justo antes de que Mariel Hemingway se marche a Londres a estudiar. Ella, después de decirle que le dolió mucho lo que él le hizo, le pide que la espere los seis meses que va a estar fuera.

MARIEL: “Hemos esperado hasta ahora. ¿Qué son seis meses si nos seguimos queriendo?”

Allen, tras pedirle menos madurez a la chica, acaba resignándose y la deja marchar.


Cuando yo llegué, totalmente exhausto, al edificio donde vivo. Lo primero que vi fue un gran tumulto de gente. Luego distinguí algunas sirenas, tanto de policía como de ambulancia. El acceso estaba cortado, no podía avanzar más. Extrañado, empecé a prestar atención a las conversaciones de los curiosos y curiosas que allí se congregaban.

“Suicidio”, decían por un lado.
“Qué horror”, decían por otro.
“Este barrio siempre ha sido muy tranquilo”, se oía también.

Y justo en el mismo instante en que oí lo de “la chica del cuarto piso”, salía una camilla con un cadáver encima, oculto bajo una sábana blanca. El vuelco que me dio el corazón es indescriptible. Me identifiqué como su vecino y quise saber detalles sobre lo que había ocurrido, del porqué. Pero aún era pronto para que nadie supiera nada, y además enseguida fueron otras las personas las que me empezaron a hacer preguntas a mí. Respondí lo que pude como pude, pregunté si podía subir a mi casa, me dijeron que sí, y una vez allí me tumbé en la cama y no me moví de allí en no sé ni cuanto tiempo.


Me he mudado otra vez y ahora lo que procuro, solamente, es sentir curiosidad. Curiosidad por saber cuándo volveré a cometer el mismo error.


Al fin y al cabo, “Manhattan” no es más que una película.


28 de diciembre de 2009

Venga va, uno rapidito

Monstruos S.A.
[Monsters, Inc., de Pete Docter y David Silverman, 2001]

Póster [clic para ampliar]

Tiene algún toque simpático, pero me parece una de las películas más sosas y tontas de Pixar, y aunque me duela decirlo, una de mis grandes decepciones de esta genial compañía junto a Los increíbles (Brad Bird, 2004). Simplemente se aprovecharon del tirón de Shrek (también de 2001): protagonista grande y bonachón con compañero un poco tocapelotas y graciosillo de bastante menor estatura.

Citas

Cómeme el corazón

Silke, más sexual que nunca.
Tierra (Julio Medem, 1996)
 

23 de diciembre de 2009

La guarra

Si pinchas sobre los siguientes cuatro enlaces, podrás ver a una guarra en toda regla, que se exhibió sin pudor en San Sebastián el pasado lunes...

Imagen de la guarra 1

Imagen de la guarra 2

Imagen de la guarra 3

Imagen de la guarra 4

La explicación oficial para todo esto, aquí

20 de diciembre de 2009

Avatar: James Cameron, 3D

Póster (francés) de Avatar
[Haz clic para ampliar]

El rey del mundo llega a las carteleras, doce años después de Titanic, por todo lo alto con su nueva película, Avatar, donde se narra cómo los humanos han llegado, en mitad del siglo XXII, al planeta Pandora, para explotarlo todo cuanto puedan y así obtener gran cantidad (todo) de un mineral muy preciado y tremendamente caro. Este planeta está habitado por una extraña raza llamada Na’vi que se niega a aceptar la presencia humana en su planeta. Los humanos, mezclando la genética de estos seres y la suya propia, han logrado crear los avatares (copias de Na’vi pero con la mente de un humano que la controla desde una cápsula) y así poder interactuar con el entorno de Pandora sin los problemas que tienen los humanos (no pueden respirar el aire exterior de Pandora).

Esa es la premisa de la que parte esta película, que se supone que va a revolucionar el mundo del cine y su concepción respecto al entretenimiento. Muchos meses han sido los que llevábamos esperando el filme, mucha publicidad con cada vez más imágenes de la película, pósters, clips, entrevistas a James Cameron… Siempre diciendo eso de la revolución, del antes y el después. Ahora que ya está estrenada y vista, me río yo de esa revolución. Una vez más, todo se reduce a marketing hollywoodiense para vender más y más.

El gran protagonista es Sam Worthington (en su mejor momento tras haber participado en Terminator: Salvation, y que en pocos meses estará de nuevo en cartelera con el remake de Furia de titanes) a quien vemos tanto en imagen real como con su avatar. Junto a él destacan Zoe Saldana (vista en Star Trek de J. J. Abrams) como la Na’vi Neytiri y Sigourney Weaver, en un reencuentro mítico con Cameron ya que vuelve a trabajar con él tras veintitrés años con Aliens, el regreso en el papel -pequeño pero quizá de lo mejor de la película, efectos aparte- de una científica entusiasmada con la flora y fauna del planeta Pandora (reconozco que la primera vez que vi una imagen del avatar de la Weaver me pareció bastante malo, pero en la película yo diría que resulta ser el más logrado).

Avatar dura unas dos horas y cuarenta y cinco minutos y si atendemos a la historia, hay que decir que es floja y mil veces vista, previsible, con un guión a la más pura antigua usanza de Disney (sin ser una película de Disney), con muchos tópicos, incluyendo el malvado –el coronel Quaritch (Stephen Lang)- con una cicatriz en la cara, y es que siempre impresiona mucho poner a alguien con un pasado truculento. Se nota que se quiere llegar a todos los públicos y la ausencia casi total de violencia, incluso de sangre (apenas se ve un poco cayendo de un par de narices o en algún pómulo) lo evidencian. La historia aburre, especialmente durante la primera hora y media y aunque luego se anima un poco porque por fin llega la acción de verdad, no deja de ser tópica con momentos rancios (que me encantaría desglosar, pero no desearía meter ningún spoiler) con lo cual en este sentido es lo que ya se veía venir: decepcionante.

Neytiri y su flexibilidad Na'vi

Pero no nos engañemos: realmente uno no va al cine a ver Avatar esperando una buena historia (aunque es lo deseable). Uno ve esta película queriendo asistir a la famosa revolución esa que nos han vendido. Pues en mi humilde opinión, ni con esas. Quizá cambie la forma de hacer cine gracias a esta película, quizá a partir de ahora se utilicen las técnicas vistas en esta película, pero lo que no cambiará será la forma en la que los espectadores veamos o percibamos las películas. Eso seguirá siendo igual. Yo esperaba ver algo realmente espectacular en cuanto a 3D se refiere, que me impresionaran con realismo tridimensional dentro de una sala de cine… pero no ha sido así. Todas, y digo todas, las imágenes de la película son preciosas y espectaculares, con un colorismo brutal y unos seres nunca vistos. Los efectos especiales son sencillamente magníficos y se queda uno con la boca abierta con la perfección de cada elemento que se muestra, con cada uno de los movimientos de los Na’vi, que parecen reales en todo momento, no se distingue qué es real o qué no y en ese sentido, sí que es todo un logro y hay que rendir pleitesía al gran James Cameron, pero como digo, la impresión tridimensional que esperaba no me ha impactado, aunque sí que hay algunos buenos momentos en este sentido. Por lo demás, en general en lo que a FX se refiere, hay que reconocer que en ese aspecto, tantísimo dinero (la película más cara de la historia del Cine con quinientos -500- millones de dólares de presupuesto) y tantos años de trabajo le han salido bien. Una lástima lo del guión…

CONCLUSIÓN FINAL. ¿Hay que verla? Sí. No por las 3D (siendo conveniente verla en este formato), aunque sólo sea por disfrutar de los efectos visuales y de su realismo, del colorido y del sonido de Pandora y su entorno… por eso merecerá la pena. Por eso y por comprobar de lo que es capaz la maquinaria de Hollywood en estado puro buscando el entretenimiento a través del marketing y los efectos especiales para recaudar muchísimo dinero. James Cameron, a pesar de todo, es uno de los grandes.

¿Mi puntuación? Un 5.

PD: Como toda película de Disney que se precie (¡que no es de Disney! es de la 20th Century Fox) lleva canción incluida. Se trata de 'I see you' de Leona Lewis y puedes ver su vídeo aquí.

TRAILER



IMÁGENES [Haz clic sobre ellas si deseas verlas ampliadas]

Amor azul

Quaritch, sus cicatrices
y su pose chulesca

Cameron da instrucciones
al inválido Sam Worthington


El tito James

17 de diciembre de 2009

Pregunta en 3D

ATENCIÓN: Para leer este post debes tener unas gafas 3D puestas (da igual que sean de las de cartón).

Este fin de semana se estrena por fin la esperadísima Avatar, de James Cameron, con la que tendrá un taquillazo seguro debido a su revolucionario tratamiento de las 3 dimensiones. Cada vez se estrenan más películas en este formato, especialmente de animación (Up, Lluvia de albóndigas, Cuento de Navidad son algunos ejemplos) pero también se realizan otras para verlas con las famosas gafas puestas (como pueden ser Destino final 4 o la revisión de La noche de los muertos vivientes -vista en Sitges y en la Semana de Terror donostiarra).

Si uno va al cine a ver cualquiera de estas películas o las que están por venir, evidentemente debe adquirir a la entrada las gafas, lo cual hace que, con la excusa, el precio de la entrada en la gran mayoría de salas suba (unos dos o tres euros, depende del lugar). Claro, como eso de ir al cine estaba demasiado barato, debían encontrar algo que hiciera que los amables espectadores pagaran más, y esta parece haber sido la solución.

Ahora bien, y aquí es donde me surge la duda, donde realizo la pregunta que me ronda desde hace aproximadamente dos meses... Si yo ya tengo mis propias gafas 3D (de las actuales, no de las de cartón que uno se fabricaba en su propia casa), ¿me permitirá ello que pague el precio habitual de la entrada, sin el plus de las gafas?

Quizá investigue al respecto, haciendo alguna llamada.

Mis gafas 3D
Haz clic para verlas ampliadas

14 de diciembre de 2009

Work in progress

Cosas vistas y oídas durante la construcción de un nuevo inmueble en “el Chino”, un barrio popular de Barcelona que nace y muere con el siglo.

EN CONSTRUCCIÓN, de José Luis Guerín (2001)


Eso es En construcción de José Luis Guerín, película que en el Zinemaldi de 2001 obtuvo el Premio Especial del Jurado (cuando era la gran favorita para la Concha de Oro o, por lo menos, para la mejor dirección). Eso que dice el inicio de la película, tras ver unas imágenes del barrio de principios del pasado siglo, es a lo que el espectador va a asistir durante un par de horas.

Los vecinos del Barrio Chino barcelonés asisten perplejos al derribo de los viejos inmuebles y comentan lo que les viene en gana, sus opiniones acerca de lo que les viene, de lo que es el barrio para ellos, de sus propias vidas… pero siempre entre ellos, nunca hablando directamente a la cámara, haciendo que En construcción no sea un documental al uso, sino que dejan que las cámaras les graben, con Guerín a sus anchas y haciendo tremendamente espontánea cualquier aparición de cada uno de los personajes que habitan el barrio, con quienes sin duda se acaba empatizando como pocas veces puede ocurrir en una película de estas características. Tanto es así, que cuando en algún momento de la película alguien dice que los viejos vecinos del lugar no tienen buena pinta, que no son guapos, y que debería estar prohibido que tendieran la ropa en la fachada de sus casas, dan ganas de levantarse del sitio y decir “oiga señor (o señora), mire usted lo que dice, que estas personas son muy buena gente y merecen un respeto”.

¿Quiénes son los protagonistas de la película? Un buen grupo de vecinos del barrio y otros tantos obreros que trabajan en el lugar del derribo y posterior construcción de las nuevas estructuras: Un señor ex-marinero, ya muy viejo, que lleva entre sus bolsas cualquier cosa que se encuentre por la calle, y que mantiene una graciosa e impagable conversación con otro señor también mayor a quien muestra sus preciados objetos (de todas las cosas que me encuentro, nunca he encontrado algo que se acerque al medio millón, o al millón pesetas); unos niños que en cuanto pueden se adentran entre los escombros para pintar con sus dibujos, sueños e ilusiones las paredes que probablemente al día siguiente serán derruidas; dos capataces de la obra que comentan la película de la noche anterior en televisión a la hora del almuerzo; un peón marroquí que toma el pelo a su compañero español con ciertas dosis de filosofía; y entre otros, una joven pareja de enamorados, sin oficio ni beneficio y prácticamente las veinticuatro horas del día colocados, que protagonizan probablemente las escenas más entrañables de la película ya que comprobamos lo realmente enamorados que están, haciéndonos pensar que ya puede venir lo que sea, tirarán uno y mil barrios, que ellos seguirán juntos y apoyándose el uno en el otro hasta el fin de los tiempos.

Son muchos los trozos de vida que nos muestra esta película, cada uno con su historia, con los que en su conjunto José Luis Guerín nos hace ver, precisamente, cómo es la vida y cómo es la gente, qué es la convivencia e incluso el respeto mutuo. Esta película es, en definitiva, un perfecto retrato de eso que se da en llamar los nuevos tiempos, que supuestamente llegaron con el cambio de siglo pero con el que se ve que, a pesar de las innovaciones y los cambios, son las personas quienes seguirán estando ahí, al pie del cañón.



PD: Un mendigo, refugiado una noche en la nueva construcción, abrigado con una manta y con un pequeño fuego para calentar una lata de comida, con la cara llena de arrugas y claramente forjada a base de mucho tiempo en la calle, mira instantáneamente a cámara para continuar mirando a un punto del más allá. Esa mirada a cámara dura un segundo o menos, nada más. Lo suficiente como para dejarle a uno helado. Un momento desolador.

¡Videoarte!



El artista vienés Seigmund Shifflard vuelve a sorprender con su nuevo trabajo Die treppe, visto ya en diferentes muestras de arte contemporáneo de ciudades como Londres, Nueva York, Tokyo o Barcelona.

Shifflard, con esta su última obra hasta la fecha, ha obtenido galardones tan prestigiosos como el Videoart's Special Prize de Oslo y el Premio Nuevas Listas de su Viena natal, donde el célebre autor nipón Tomoro Sikucho (miembro del jurado) alabó el vídeo y la carrera de Shifflard con las siguientes palabras:

La repercusión que puede tener una pieza como la de Shifflard va más allá de lo que conocemos hasta hoy como videoarte (...) No tiene nada que ver con Internet, o con la televisión, o con cualquier forma artística vista. Shifflard es prácticamente, a día de hoy, un semidiós.

Evidentemente nunca llueve a gusto de todos y el autor que nos ocupa también tiene sus detractores, como Michael Yorkwood, crítico especializado en arte de la revista Time (que lo mismo redacta una crónica sobre arte que lo hace sobre cómo elaborar un tiramisú), con declaraciones bastante polémicas como:

Seigmund Shifflard es un señor que con la edad que tiene debe dejarse de atrocidades como las que "crea" y dedicarse a otras cosas que eviten que su cerebro continúe atrofiándose a una velocidad brutal (...) Son verdaderas aberraciones, un insulto a la creatividad y a la inteligencia del resto de la Humanidad (...) Nunca he tenido tantas ganas de asesinar al primero que me encontrase por la calle como cuando salí de aquella exposición sobre Shifflard.

Precisamente tanto Sikucho como Yorkwood coincidieron en septiembre pasado en Moscú y protagonizaron una de las escenas más bochornosas que se han sucedido en este mundillo del videoarte, tras el visionado de una de las obras de Shifflard, no sólo insultándose sino incluso llegando a las manos, resultando ambos hospitalizados con diversos traumatismos. Un videoaficionado que accidentalmente fue testigo directo de toda la situación, logró grabarlo todo y tras colgar su vídeo en Internet, resultó ser el más visto de todo el mes con millones de visitas y descargas. Lamentablemente, ha sido suprimido debido a una petición del propio Shifflard, alegando "no es mi deseo que la gente pueda asistir a la indecencia de una situación tan absurda y extraña de la que he sido indirecto catalizador".

Aun estando en el hospital y con magulladoras aún perfectamente visibles, Sikucho y Yorkwood hicieron sendas declaraciones...

Michael Yorkwood: No me retracto en absoluto de mis palabras. Por unos cuantos golpes recibidos en las costillas y en la cara no me acabará gustando lo que Shifflard realiza. Es una tomadura de pelo y siempre lo será.

Tomoro Sikucho: Esto es, directamente, lo que hace grande al arte y lo que logra que tras siglos de evolución de la raza humana, cualquier persona, en cualquier parte del mundo, sienta admiración por obras como las de Seigmund Shifflard.

Polémicas aparte, Shifflard ya ha anunciado que tiene preparadas algunas nuevas piezas videoartísticas que espera poder exponer de nuevo en las ciudades ya comentadas, así como intentar llegar a otro tipo de público, "tengan el credo que tengan y provengan de donde provengan".

7 de diciembre de 2009

Vigalondo y De la Iglesia... ¿juntos?

Carteles promocionales de la próxima película que han codirigido Nacho Vigalondo y Alex De la Iglesia...

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5 de diciembre de 2009

Citas

1) En el siglo XX el hombre fue capaz de inventar grandes cosas, como por ejemplo medios de transporte rapidísimos para poder viajar de un país a otro... Pero también las fronteras o aduanas, otro invento que precisamente lo que hace es impedir que las personas puedan viajar libremente entre países.

2) Hay que conocer el pasado para saber que no se parece al presente.

Citas pronunciadas por Antonio Muñoz Molina, comentando y charlando sobre la publicación de su última novela: La noche de los tiempos (editorial Seix Barral).

La primera de las citas es con respecto a las paradojas o incongruencias que el hombre puede producir, realizar. Entre las cuales se pueden incluir las guerras, donde sólo hay destrucción, para que tiempo después lo destruido sea de nuevo construido; la segunda de las citas fue en respuesta a una pregunta acerca de si es conveniente aquello de "remover" el pasado, eso de que quizá sea mejor no recordar ciertas cosas o directamente nada y mirar sólo hacia adelante (la novela versa sobre la memoria histórica, está ambientada en 1936 y describe la situación de los españoles en aquella época).

2 de diciembre de 2009

Escenas parecidas (o no)


Haz clic sobre las imágenes para ampliarlas

En 1994 United Colors of Benetton realizó una polémica campaña (la primera de las fotos de arriba, cuyo autor es Oliverio Toscani) al respecto de una nueva franquicia que iban a tener en Sarajevo, mientras aún duraba el conflicto balcánico iniciado en 1992. Quince años después, en 2009, una imagen similar es reproducida tras un ataque zombie a nivel global (la segunda de las fotos de arriba). Se desconoce al autor.

1 de diciembre de 2009

Lasse Hallström: Análisis profundo de su carrera

Lasse Hallström

Las películas dirigidas por Lasse Hallström son sosísimas, no me emocionan y buscan la lágrima fácil.

Y hasta aquí el análisis profundo de la carrera de un director extrañamente bien considerado.

Probablemente me repita, pero añado...

PD: Tres de sus películas son Las normas de la casa de la sidra (1999) de la que nunca entenderé su gran éxito, al igual que de Chocolat (2000), todavía más sosa (ese debía de haber sido su subtítulo: "aún más sosa que Las normas de la casa de la sidra") y Atando cabos (2001) que aunque su gran reparto mejora ligeramente el nivel, no deja de ser también sosa y con muy poco que contar.

30 de noviembre de 2009

Unos cuantos avances

Se acercan las navidades y siempre son estas fechas propicias para recibir avances de todo tipo, de todas las producciones que se avecinan para el próximo año. Además la cuenta atrás para los Oscar ya está completamente en marcha y este hecho influye mucho también para crear expectación en lo que a próximos estrenos se refiere.

Durante las últimas semanas, pues, ya se han hecho públicos los trailers de algunas de las películas más esperadas de finales de año y del 2010. A continuación pongo unos cuantos:

Furia de titanes (Louis Leterrier)

Remake o revisión de la estupenda película del mismo título realizada en 1981 por Desmond Davis, con los espectaculares efectos especiales del genio Ray Harryhausen. Trata del viaje que Perseo, hijo de Zeus, hará para acabar con Hades, enfrentándose a todo tipo de monstruos y dioses y evitar así que Hades derrote al dios de dioses Zeus. Protagonizada por Sam Worthington (tras Terminator: Salvation y con Avatar a la vuelta de la esquina), Liam Neeson, Ralph Fiennes, Pete Postlewaithe, Gemma Arterton...



Nine (Rob Marshall)

El director de la oscarizada Chicago vuelve a la carga con otro musical, basado en la obra de Fellini, 8 y medio, que previamente ha tenido un gran éxito en Broadway. Con un repartazo de lujo encabezado por uno de los mejores actores de la actualidad y de siempre, Daniel Day-Lewis (en el papel que inicialmente iba a hacer Javier Bardem y que en las tablas interpretó Antonio Banderas), tenemos también a Nicole Kidman, Marion Cotillard, Sophia Loren, Kate Hudson, Judi Dench, Fergie, y Penélope Cruz (en listas previas a toda la parafernalia de los Oscar, ya se empieza a rumorear que esta chica puede lograr una nueva nominación al premio). Be italian!

Trailer 1:



Trailer 2:



The lovely bones (Peter Jackson)

Hay mucha expectación por ver qué trae Peter Jackson tras mostrarnos tanto orco y tanta magia con la espectacular y gran trilogía de El señor de los anillos. Resumiéndolo mucho y con posibilidad de equivocarme respecto a su argumento, la película nos relata el asesinato de una niña y cómo ésta nos va contando lo sucedido. Parece ser que inicialmente sonaba mucho como posible candidata a muchos Oscars pero tras las primeras críticas recibidas quizá se acabe descolgando, aunque ya se verá. Protagonizada por Saoirse Ronan (Expiación), Mark Wahlberg (alias Marky Mark), Rachel Weisz, Susan Sarandon y Stanley Tucci.



Avatar (James Cameron)

Espectacular producción creada por James Cameron, quien no se ponía tras las cámaras desde su exitazo con Titanic en 1997. Hay muchas ganas, quizá demasiadas, para ver esta película. Todo debido a que el propio director afirmó en su momento que con esta película se cambiará la percepción que se tiene hasta ahora del cine, del entretenimiento. Dice haber creado una película en 3D totalmente revolucionaria con la que habrá un antes y un después. Estoy convencido de que tras ver la película mucha gente se le lanzará a la yugular diciendo que de eso nada, pero de lo que sí tiene pinta es de que esas tres dimensiones prometen ser un aboluto bombazo. Quienes ya pudieron disfrutar hace unas cuantas semanas del pase exclusivo de quince minutos de la película dicen que así es, que no se distingue qué es real y qué no. En cambio tiene pinta de que si se ve de una forma convencional, no dejará de ser algo con más muñequitos digitales que la segunda primera trilogía de Star Wars.



Crazy heart (Scott Cooper)

Tras ver el trailer de esta película, quizá te estés acordando de una de las películas más comentadas de la temporada pasada: The wrestler, de Darren Aronofsky y con un Mickey Rourke resucitado. A mí es lo que me ocurrió. En este caso no vemos a un luchador sino a un cantante de country acabado y en horas muy bajas, a quien una periodista, que descubre su música, quiere hacer sacar lo mejor de él. Está protagonizada por Maggie Gyllenhaal, Colin Farrell, Robert Duvall, y Jeff Bridges, quien, como se comenta, puede ser uno de los candidatos más fuertes a hacerse con el Oscar dentro de unos meses. No estaría nada mal que así fuera, que ya va siendo hora de un reconocimiento en toda regla para este gran actor (además del Premio Donostia en el Zinemaldi del 2004, claro).



Millenium 3: La reina en el palacio de las corrientes de aire (Daniel Alfredson)

Daniel Alfredson
vuelve a dirigir los pasos de Lisbeth Salander y Mikael Blomkvist tras hacerlo en Millenium 2: La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina. Por fin, concretamente el ocho de enero que es cuando se estrenará en las salas españolas, asistiremos al desenlace de la trilogía creada por el difunto Stieg Larsson y comprobaremos si la mano de Alfredson ha mejorado con respecto a la segunda entrega, cosa que espero que así sea. En Suecia y Dinamarca, donde se ha estrenado ya, para variar y al igual que la primera y la segunda parte, ha triunfado en taquilla. Los dos siguientes vídeos están en sueco, confío en que pronto, debido a la cercanía de la fecha del estreno, se haga público algo en castellano.

Teaser trailer:



Trailer:



25 de noviembre de 2009

Días internacionales

Todos los años se les da mayor o menor publicidad a los cada vez más habituales días internacionales. Algunos son auténticas tonterías que lo único que hacen es molestar en caso de que salga una razón verdaderamente justificada para hacer un día internacional pudiendo resultar que ya no haya días físicos en el calendario para ello... Hoy es un día de esos, de los internacionales, pero no se trata de ninguna tontería.

Hoy es 25 de Noviembre, día internacional en contra de la violencia de género. Por lo general, no me gusta nada repetir vídeos que haya podido colocar ya, pero en una ocasión puse un vídeo de un momento terrorífico (gracias especialmente a sus dos protagonistas, Laia Marull y Luis Tosar) de la película Te doy mis ojos, de Icíar Bollaín y me gustaría recuperarlo en un día como hoy.

Situación: Él ha pasado la noche en el sofá, y ella se acaba de levantar para ir al museo donde trabaja como guía. Entonces, él también se despierta...



Siempre que lo veo, me recorre un escalofrío brutal de amargor por todo el cuerpo y sólo me queda decir lo siguiente:

NO MÁS VIOLENCIA DE GÉNERO

Además, Boliblog también ha ilustrado el día de hoy, como siempre con un toque genial:

[Clic sobre la imagen si deseas ampliarla]

Siguiendo con el tema de los días internacionales, el pasado día 20 de Noviembre fue el Día internacional del niño, y salseando por la web Irreverendos me topé con una imagen que me recordó el evento, aludiendo al fin de la infancia y al momento en el que nos hacemos mayores (haz clic sobre la imagen para ampliarla):



24 de noviembre de 2009

La búsqueda de R2-D2... Lego

En 2005 surgió uno de los videojuegos más curiosos y freaks de los últimos años: Lego Star Wars, convirtiéndose automáticamente en producto de culto para disfrute tanto para los aficionados de Lego, como para los de Star Wars, como para los de los videojuegos.


Lego Star Wars [Clic para ampliar]

El juego era del estilo plataformas, con niveles y puzzles a superar, todo ello dentro del universo Star Wars y siempre con las figuritas, ladrillitos o bricks de Lego y basándose en la segunda primera trilogía galáctica, es decir, en lo acontecido en el Episodio I (La amenaza fantasma), el Episodio II (El ataque de los clones) y el Episodio III (La venganza de los Sith).

El juego tuvo tanto éxito que un año después, en 2006, Lego y LucasArts volvieron a aliarse para sacar una nueva entrega: Lego Star Wars II: The Original Trilogy, esta vez basándose, como su propio título indica, en la trilogía original iniciada en 1977, es decir, el Episodio IV (Una nueva esperanza), el Episodio V (El imperio contraataca) y el Episodio VI (El retorno del Jedi).

Lego Star Wars II: La trilogía original
[Clic para ampliar]

Pero la cosa no quedó ahí, y decidieron explotar un poco más el asunto, así que en 2007 salió a la luz para diferentes plataformas de consolas una combinación de los dos primeros videojuegos: Lego Star Wars: The Complete Saga.


Lego Star Wars: La saga completa
[Clic para ampliar]

Todo este largo preámbulo viene a cuento de lo que traigo a continuación: un pequeño y simpático trozo animado de esta saga: The quest for R2-D2 (La búsqueda de R2-D2), donde vemos cómo R2-D2, tras huir junto con Anakin Skywalker y conteniendo en su interior algo que todos desean, se pierde en algún hueco de la galaxia, con lo cual asistimos a la búsqueda que diferentes personajes de Star Wars realizan del droide...

[Nota: Atención al guiño sonoro y visual a Indy]

23 de noviembre de 2009

George and AJ (corto Pixar)

Pixar nos tiene gratamente acostumbrados a sorprendernos con cortometrajes geniales para complementar sus grandes éxitos en largometrajes, ya sea para emitirlos en el cine justo antes de la propia película, o bien para ediciones domésticas.

En este caso, la compañía nos deleita haciendo público en la red su nuevo minitrabajo con relación a la estupenda Up, el cual, hasta ahora, sólo era posible verlo vía descarga iTunes. Se trata de acompañar a los enfermeros encargados del señor Fredricksen, después de que se queden literalmente boquiabiertos tras ver cómo el hombre salía volando delante de sus narices.

Llama la atención que no se utiliza la técnica habitual de Pixar (la imagen por ordenador) y... bueno, mejor pasamos a verlo (tras lo cual habrá un pequeño coloquio con preguntas y respuestas):

[Nota: Está en inglés pero se sigue bastante bien. Hay poco diálogo]



[Vía TBDC]

(Venga va, el coloquio nos lo saltamos)

Ya que estamos con Pixar, coloco también aquí su primer cortometraje. Data del año 1986 (ha llovido lo suyo y fijémonos en lo bien realizada que está la animación, para ser los años que eran), se titula Luxo Jr., lo dirige el insigne John Lasseter y fue nominado a los Oscar de mejor cortometraje animado. Desde entonces, Pixar adoptó como parte de su logo al simpático protagonista.



El premio lo perdió en favor de Een griekse tragedie (Una tragedia griega), de Nicole Van Goethem. Viendo el corto, sí que podemos pensar que es un tanto trágico, sí...



Para acabar, y volviendo a Pixar, pongo también uno de sus cortos más simpáticos y recordados. Es del año 2000 y en esta ocasión sí se llevó el gato al agua en la categoría del Oscar al mejor corto de animación. Se trata de For the birds y lo dirige Ralph Eggleston:

18 de noviembre de 2009

Balance confuso

Leo aquí un bailoteo de números y porcentajes que parece, o al menos eso quieren hacernos ver con ello, desalentador al respecto de la pasada edición de la Semana de Cine Fantástico y de Terror de San Sebastián y el balance que sus responsables han realizado.

Dicen varias veces en la noticia (y si no lo dicen, cualquier lector que tenga una mínima noción de matemáticas podrá hacer la resta) y teniendo en cuenta la edición de 2008, que se perdieron espectadores. Varios miles. Un porcentaje alto.

Dicho así efectivamente suena fatal. Las cosas como son: no es una buena noticia para un pequeño festival que a duras penas ha ido sobreviviendo durante veinte años, que conoció tiempos mejores pero que sabe mantenerse gracias al tesón y cabezonería de unos pocos y también de muchos aficionados al género fantaterrorífico. Por otra parte, mucha gente bien de la San Sebastián de siempre (los que aún la llaman con orgullo La Bella Easo), esa rancia que muchos conocemos y tan poco dada a evolucionar se habrá alegrado de la noticia y, frotándose las manos y con una sonrisa maquiavélica entre los dientes, dirá y gritará a los cuatro vientos que por fin, poco a poco, van logrando su objetivo, si no lo han logrado ya.

Todo esto, querido lector, viene porque hay un rumor bastante extendido, y desde hace años, que cuenta que un ente diabólico quiere deshacerse de la Semana de Terror, pero que nunca lo consigue (me ha venido a la cabeza cómo el malvado jefe de la organización M.A.D. nunca conseguía destruir al inspector Gadget y al final de cada capítulo, mientras huía, siempre gritaba que algún día conseguiría su objetivo). Este rumor incluye que a dicho ser malvado le gustan más otros festivales de cine que se realizan en la ciudad, en otras fechas (digo yo que siendo en fechas diferentes y conviviendo como conviven todos estos festivales sin molestarse unos a otros... ¿por qué hay tanto problema y molestia?).

Todo es un rumor, así que vaya usted a saber. Que malas lenguas hay en todos lados, oiga.

Lo que no es un rumor es lo que me ha incitado a escribir esto. El balance ese. Vamos a ver si me explico: Que la Semana iba a tener menos espectadores era algo completamente evidente. Eso ya se sabía desde el mismo momento en el que se publicó la programación. ¿Las razones? Debido a la crisis económica, había menos proyecciones tanto en el Teatro Principal como en el Victoria Eugenia, se suprimió el teatro de calle, que siempre atraía a un buen número de gente, y además la clausura fue de nuevo en el Principal, como hace años, en lugar de ser en el Auditorio Kursaal (550 localidades frente a 1800, aproximadamente). El hecho de haber menos proyecciones en ambos teatros y que la clausura no fuera en el Kursaal supone la evidente reducción de espectadores y de venta de entradas.

No quisiera extenderme mucho más sobre este tema, pero me gustaría indicar que un balance adecuado sería aquel que mencionase datos económicos, es decir, algo así como "la Semana de Terror ha costado en su vigésima edición tanto dinero y se ha recaudado este otro tanto". Con ello, calculadora en mano, se podrían hacer cálculos y estudiar de mejor manera este tipo de noticias.

PD: El dossier realizado por Donostiakultura sobre la Semana de Terror lo puedes leer pinchando aquí.

16 de noviembre de 2009

El vagón de tren

Aquella mañana decidí no pasar por casa. Para qué, si nadie me esperaba allí. Todo estaría igual que lo dejé ayer. Los platos de la comida, y de la cena. La cama, deshecha, ya que nunca me molesto en hacerla. Unos cuantos libros encima de mi escritorio. Me gusta mucho leer, y a ello dedico gran parte de mi tiempo. Me da igual la temática de lo que lea, el caso es leer: Fantasía, ensayos, novela, relato, poesía, manuales de todo tipo, etc. También suelo escribir, únicamente por pasar el rato, ya que casi todo lo que escribo acaba en la basura. Solamente guardo un par de historias cortas, y algunos apuntes sobre cosas curiosas que me han pasado.

Una de esas cosas que tengo apuntadas, es una fecha: el día en que conocí a Ma, la prostituta. No es que haya estado con muchas, pero sé de sobra que Ma es “la” prostituta. De su casa salí aquella mañana. Aquella mañana en la que decidí irme a pasear, y no volver a la soledad que supone mi casa.

Con Ma, todo era diferente a lo que había en mi casa. Su casa era alegría, uno entraba allí y todo problema que pudiera tener, se esfumaba. Vivos colores, vivos olores. Sensualidad por todos lados. Finalmente, uno posaba sus ojos en Ma.

La cara de Ma era perfecta, esplendorosamente hermosa, daba la impresión de ser una de las vírgenes que en la Antigüedad los grandes escultores cincelaron. Sus pechos son pequeños, muy bellos. Me gusta mucho observar su forma bajo su blusa, justo antes de que ella los descubra. Tiene el pelo ligeramente ondulado, pero sólo ligeramente. Alguna vez se lo alisa, pero es más guapa teniéndolo ondulado. Sus ojos, marrones, como los míos. Sus caderas no son nada anchas, cosa que a ella no le gusta, pero, a su pesar, yo pienso que aportan a su cuerpo mucha, mucha sensualidad.

Pues bien, ya por la mañana, Ma no quiso aceptar el dinero que yo le daba. Yo insistía e insistía. De eso trataba el servicio que ofrecía. Pues no hubo manera, así que finalmente me cansé, cogí mi abrigo y mi paraguas, y me dispuse a salir.

Estando ya en la puerta, Ma apareció corriendo, vistiendo solamente un camisón, su camisón, y, no contenta con rechazar mi dinero, me ofreció un amuleto. Un pequeño zafiro en el que se había tallado un ángel con las alas extendidas. Una preciosidad. Como ella. Le pregunté, medio en broma, a ver si el ángel era ella. Y ella me respondió mientras sonreía: “¿Acaso los ángeles tienen sexo?”. Lo extraño es que, a pesar de su sonrisa, noté cierta preocupación en su voz. Pero ese pensamiento se desvaneció, machacado por otro, más divertido: el que me dejaba claro que ella, ángel como tal, no podía ser, ya que Ma sexo tiene, y mucho. Esta vez sonreí yo, besé sus labios, y definitivamente, salí. Ella tuvo tiempo de decirme un “cuídate”. Otra vez noté preocupación.

Como dije, me dio por ir a pasear. Pero no quería pasear por el pueblo, no. Iría a la ciudad. Y para llegar a la ciudad, debía coger el tren.

Aceleré el paso hasta el punto de ponerme a correr, ya que me había dado cuenta de que si no me apresuraba, perdería el tren. Iba muy justo de tiempo, y no quería quedarme esperando al siguiente.

Cogí el billete a todo correr y atravesé la estación en un abrir y cerrar de ojos para plantarme en el andén donde mi tren estaba, dando ya la señal de salida. De un salto llegué a la puerta del vagón más cercano, y entré.

Perfecto: no había nadie en el vagón, con lo cual me sentiría mucho más cómodo. La verdad es que me suele dar igual que haya gente o no, pero en aquel momento la sensación fue estupenda. No sé, como de tranquilidad.

El tren hace la primera parada. Si no recuerdo mal, el trayecto completo de este tren comprende diez paradas. El tramo más largo entre dos paradas es el que está entre la quinta y la sexta parada, siendo ésta última la mía. Hasta ella, hay aproximadamente cuarenta minutos, durando el trayecto entero cerca de una hora.

Pues bien, como decía, el tren llegó a su primera parada. Qué curioso, nadie monta en mi vagón. Mejor, así mi comodidad se prolongará un poquito más. La explicación de que nadie monte es clara: en esa estación suele montar poca gente. Poca gente usa el tren en esa zona, ya que está mejor comunicada con otros medios de transporte. Siendo así, no entiendo porqué la compañía de ferrocarriles no suprime esa estación, reduciendo así el tiempo de viaje. Además, en cierta ocasión escuché que esa estación suponía pérdidas para la compañía. No me extraña, ¡si casi nadie la usa!

En fin. Pensando en esas cosas, llegó la segunda estación. Aquí seguro que monta alguien… ¡Nada, tampoco! Pero aquí sí que había bastante gente… Me hace gracia, porque la gente que, aparentemente, iba a montar en este vagón ya que la puerta caía cerca, se iba rápidamente a otros vagones.

Parece que la gente sepa que lo que quiero hoy es estar solo…

El tren reanuda la marcha.

Vaya… Me acabo de dar cuenta de que la gente me miraba de forma extraña, hasta el punto de que algunas personas, al posar sus ojos en mí, palidecían. ¡Era después de haberme visto cuando decidían irse a otro vagón! Algunos miraban también el resto de asientos. No sé si buscaban algo o alguien, pero la palidez no se les iba. ¿Tan mala cara tenía yo? Bromeé conmigo mismo: “Siempre has sido muy feo”, entonces me reía y dejaba de pensar en ese asunto.

El vagón no tenía nada fuera de lo normal. Dos bloques de asientos, uno que recorría la parte izquierda, y el otro, la derecha. Cada bloque estaba compuesto por pequeños compartimentos en los que cabían, como máximo, seis personas, una por asiento. El pasillo era bien estrecho, pero se podía caminar normalmente por él. No tenía ningún tipo de decoración, solamente un color, un cierto tono caoba (como el cabello de Ma), más oscuro en el suelo que en el techo y los laterales. Por último, los ventanales eran típicos en un tren: amplios, y que sólo podían abrirse ligeramente, por la parte de arriba.

Examinando el vagón, el tren llega a la tercera parada. No sé si en esa estación había mucha gente o poca, ya que toda mi atención recayó en la única persona que subió a mi vagón. Un hombre vestido de negro, que al verle casi me da la risa (pude contenerme), porque su ropa era algo estrafalaria, al igual que su aspecto. Llevaba chistera, elemento totalmente pasado de moda, y un gabán largo que le llegaba hasta los tobillos, también pasado de moda. Tenía un bastón extraño, parecían varias serpientes entrelazadas, y el mango era una cabeza de dragón plateada. La verdad es que quien hizo aquel bastón, realizó un trabajo excelente.

El extraño hombre vino a sentarse a mi lado, pero en el bloque de asientos de la izquierda, ya que yo estaba en el de la derecha. EL vagón vacío, y se sienta a mi altura. Qué casualidad. Aunque eso no era lo peor. Lo peor era que no paraba de mirarme. Y aún había más: el hombre sonreía. Yo me sentía muy incómodo, notando su mirada en mí, y me hubiera cambiado de sitio, pero qué demonios, ya había hecho la mitad del camino, ya faltaba poco para apearme.

Su cara era terrible: sus ojos, saltones y negros, muy negros. Esa mirada estaba apoyada por unas gafas de lente redonda, negras también; tenía un bigote largo y oscuro, pero muy bien cuidado (estoy convencido de que el bigote era la única parte de su cuerpo que cuidaba); y lo peor era su boca. Era una boca grande, que, como ya he dicho, me sonreía, y me dejaba entrever sus horribles dientes amarillentos, los cuales tenían un buen hueco entre las dos paletas superiores. Era asqueroso.

Dejé de mirarle y decidí mirar por la ventana. Reconocí el paisaje: estábamos llegando a una nueva parada. Pero el tren no reducía la velocidad. Llegamos a la estación, y el tren no paró. ¿Qué pasaba? Había gente esperando al tren. Aunque, ahora que lo pienso, aquella gente estaba como paralizada…

De repente el tren comenzó a aumentar su velocidad.

La quinta parada también fue pasada de largo, y en lo que la velocidad me permitió fijarme en las personas de la parada, tuve la misma impresión: paralizados.

Empecé a asustarme. Mi extraño acompañante seguía sonriendo, pero esta vez emitía un pequeño sonido, una especie de risa contenida. El tren seguía acelerando, y yo decidí cambiar de vagón, o ir a hablar con el maquinista, a ver qué diablos estaba ocurriendo. Cuando fui a abrir las puertas para poder cambiar de vagón, no lo logré. Estaban muy bien amarradas. Lo intenté y lo intenté, con todas mis fuerzas, y nada. Además, al otro lado no se veía nada, ¡no se veían los demás vagones!

La velocidad del tren ya era desmesurada.

Miré al hombre de mi vagón y, ahora sí, reía a carcajada limpia, con una risa ensordecedora. Yo, instintivamente, rebusqué en mi bolsillo el zafiro que Ma me había regalado, lo sujeté con todas mis fuerzas y me lo llevé al corazón. En ese momento el diabólico ser se levantó. Parecía como si a él no le afectara la gran velocidad del tren, mientras que yo tenía serias dificultades para mantenerme en pie. Aún riéndose (¡era una risa completamente del más allá!), y con mucha calma, levantó su mano izquierda, extendió su dedo índice, y señaló el amuleto y por tanto, mi corazón. Sentí que el zafiro me quemaba y me quemaba, hasta que no pude más y tuve que abrir mi mano, para dejarlo caer. Al chocar contra el suelo, se hizo pedazos. Millones de minúsculos pedacitos se esparcieron por todo el vagón. Yo grité, en parte por el dolor de la quemadura, en parte porque me dolió que el objeto que Ma me dio había sido destruido, y en parte también porque era consciente de que mi muerte se acercaba, al igual que se acercaba el hombre, aquel extraño diablo, hacia mí. Yo, definitivamente, había perdido el equilibrio y estaba ante él, de rodillas.¿Es que nunca se le iban a acabar las ganas de reír? ¡Calla! Le grité con todas mis fuerzas, pero ni siquiera yo me oía. Mi llanto no lo oía tampoco, y no sería oído nunca por nadie más, porque en ese preciso instante aquel hombre de negro, ojos saltones y boca grande, me tocó en el hombro, con su mano izquierda, la misma que había usado para destrozar el ángel de zafiro, y el tren descarriló, cayendo por un precipicio a toda velocidad, acabando así con mi vida. Comenzando con mi Muerte.

FIN