23 de septiembre de 2019

Zinemaldia 2019 - "Parasite" (Bong Joon-Ho)


PERLAK

Una obra maestra. La ganadora de la Palma de Oro en el Festival de Cannes. Una de las películas más esperadas del año. La sexta película de su director, Bong Joon-Ho. Eso es Parasite, y se presenta en la sección Perlak.

Bong Joon-Ho es un viejo conocido del Zinemaldia, pues fue aquí donde se le "descubrió". Cuando en otros festivales no cogieron sus dos primeras películas, Perro ladrador, poco mordedor (2000) y Memories of murder (2003), el Festival se apuntó dos grandes tantos (ambas películas entraron por la puerta grande en el festival, compitiendo nada menos que en la Sección Oficial), ya que había aparecido en el panorama cinematográfico alguien diferente y con ganas de contar historias con mucho estilo y saber hacer. Sin duda el punto que más ayudó a aupar a este director a lo que es ahora fue la Concha de Plata al mejor director que ganó con Memories of Murder. Desde entonces, los festivales se lo han rifado.

Pero centrémonos en Parasite. ¿De qué trata esta película? De la diferencia de clases. Clase baja contra clase alta. Bueno, a veces, también clase baja contra clase baja. Todo sea por la supervivencia. Por parasitar todo lo que se pueda. Así de simple, aunque desarrollándolo un poco más, en la película conocemos a una familia sin recursos pero muy inteligente que sabe cómo, cuándo y de quién obtener lo que necesitan para subsistir diariamente. Traman planes según les van llegando las oportunidades, y una de esas oportunidades será la que les ofrece una familia adinerada, con la cual cada vez tendrán más implicación.


Tal y como yo lo veo, una de las grandes cosas buenas que tiene Bong Joon-Hoo es la forma que tiene de desmarcarse de otro cine coreano, también muy potente, muy bien realizado y respetado internacionalmente, como puede ser el que realizan Kim Jee-Won (I saw the devil) o Park Chan-Wook (Oldboy), por mencionar sólo a otros dos directores surcoreanos muy notables. Si bien el cine de estos dos citados es mucho más visceral, sangriento y violento, el de Joon-Hoo, sin dejar de serlo en algunos momentos, es mucho más relajado, pero manteniendo la tensión y el suspense continuamente, en cada fotograma. Y por si fuera poco, sin dejar de lado grandes dosis de humor negro, elemento común en toda su filmografía, llegando a parecer Parasite una comedia pura en no pocos momentos.

Con un manejo de la cámara tranquilo, se sigue perfectamente a todos los personajes, ya sea en el cubículo donde vive realmente la familia protagonista o en la enorme casa de la familia rica (aquí es donde más se evidencia lo comentado de la diferencia de clases: espacios pequeños frente a espacios muy amplios), podría decirse que otro de los elementos comunes de las películas del coreano es el de muchas de las conversaciones que mantienen los personajes: da la impresión de que están hablando al espectactor, casi mirando a cámara. De esta forma se logra aún más inmersión en la historia, al hacernos partícipes de todo lo que estamos viendo a los que lo vemos "desde fuera". Precisamente sobre conversaciones y lucha de clases, me gustaría destacar una reflexión que hace el padre interpretado por un habitual de Bong Joon-Ho (han colaborado ya en cuatro películas), el actor Song Kang-Ho: aquella en la que explica qué son para él los ricos. No tiene desperdicio, y si encima el momento está contado en penumbra (la fotografía de la película es otro tema a favor, es excepcional) y con una amargura tremenda, la contundencia del mensaje es aún mayor.


Con varios giros inesperados que resultan a partir de la aparición de algún nuevo personaje en la trama, se conforma una divertida tensión que ya no dejará descanso hasta prácticamente el final, logrando algunos trozos memorables que hacen que el espectador viaje entre las carcajadas (es imposible no reírse en muchos momentos) y la estupefacción (porque lo que sucede es realmente contundente y termina por estallar). Eso sí, es en esos trozos donde quizá se encuentre la única pega que le veo: un pequeño bajón de guion, al volverse previsible antes de su tercio final, y es que todo el mundo sabe que la ley de Murphy se cumplirá no una, sino muchas veces, y lo que sabemos que va a pasar, pasará, liándose todo sobremanera. A pesar de eso, se le perdona al ser un guion magnífico durante el resto de la película. Un guion que, por cierto, hace que difícilmente empaticemos con ninguno de los personajes, lográndolo sólo en poquitos momentos, muy concretos.

Para acabar, me gustaría decir que tanto con el guion como en la forma de dirigir de Bong Joon-Ho se aprecia una película quizá más "europea" que coreana (por lo comentado de la calma con la cámara o del tipo de planos), donde nos podemos acordar de gente como Hitchcock, Buñuel o Claude Chabrol (y probablemente de muchos otros nombres), jugando con el suspense, el terror, el drama, la comedia y la denuncia social, aludiendo incluso a esa gran institución que es la familia... Eso sí, sin olvidarse de asestarnos un buen puñetazo final.

Lo decía al principio y lo repito para acabar: una obra maestra. Por ello se merece mi puntuación máxima (nunca otorgada en ¡A txiflar!).





2 comentarios:

  1. Buena crítica! Al fin la he visto. Me han gustado esos toques de humor negro pese a la situación y que juega también con la empatía por momentos. ¿Con los ricos engañados o con los pobres?

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    1. ¡Yo con ninguno! Ambos se las traen, jeje... Qué bien que te haya gustado, muchas gracias por comentar! El humor negro es marca de la casa de este director, se agradece mucho ese toque y aparte, el saber hacer que tiene el tío!

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