Es el caso de Susana, protagonista de la imagen de arriba, quien se encontraba cada día en la entrada de la sala de ruedas de prensa, controlando las entradas y salidas. Como se puede ver, lo de la sonrisa que mencionaba antes no era ninguna mentira. Así da gusto. Ella es la representante de toda esta gente entregada, sin la que tampoco sería posible el Zinemaldia. Pasan muchas horas en pie, es un trabajo muy cansado, y verles atenderte de forma tan gustosa es una gozada.
A continuación se puede ver otro ejemplo de lo que he mencionado antes con las localidades de la gente en las salas de cine: Una chica (lamentablemente desconozco su nombre) revisa las entradas de un grupo de personas para inmediatamente decirles dónde se deben sentar. La foto es de la tarde del Premio Donostia a Pedro Almodóvar y mucha gente llegó al Kursaal muy justa de tiempo o incluso algo tarde, pero la celeridad y el buen hacer de estas trabajadoras hacen que esté todo controlado y no haya ningún problema.
Vaya por aquí, pues, mi homenaje y mi agradecimiento a todas ellas, sin excepción, esperando poder verlas de nuevo el año que viene y comprobar una vez más que sin ellas, todo sería muchísimo más difícil para todo el mundo en el Zinemaldia. ¡Gracias!
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