SECCIÓN OFICIAL A CONCURSO
En la reseña de la película Emilia Pérez hablaba de su director,
Jacques Audiard, como uno de los mejores y más versátiles
directores europeos que hay. Pensé en mencionar también a François
Ozon, pero al final, dado que me parece algo más irregular su
filmografía, no lo hice aun siendo totalmente cierto que es de lo
más interesante que hay a nivel eurooeo. Ojo: tendrá una carrera
quizá irregular, pero es variada como pocas, porque también puede
hacer dramas LGTBI+, como comedias locas, musicales, o thrillers un
tanto sui generis.
Con Quand vient
l'automne (Cuando cae el otoño), no tengo muy claro en qué género
enmarcarla. Porque la película viaja por mil y un derroteros, y
nunca sabes hacia dónde te va a llevar. Si tras ver la película
atendemos a la sinopsis (por llamarlo de alguna manera) que aparece
en IMDB, uno se puede echar a reír sin pudor. Lo que pone es que la
película “muestra la cena de una familia criminal”. Quien haya
puesto esa frase ahí, está claro que no ha visto la película. Hay
algún crimen, sí. Pero no es una familia criminal… Aunque… Un
momento, que igual no ha habido ningún crimen. ¿En qué quedamos?
¿Lo hay o no lo hay? El espectador será quien deberá jugar a saber
eso, será el encargado de juzgar a los personajes de una forma o de
otra, según interprete lo que ve en pantalla y lo que se le está
contando. Que como decía antes, no sabes nunca qué va a ser.
Hay temas que se desvelan durante la trama, según lo que van contando los personajes acerca de sus vidas, que le hacen a uno enarcar la ceja, en el buen sentido. Y es que eso es la película: pildoritas que hacen avanzar la historia con esos personajes que siempre dan la impresión de que están ocultando algo. Secretos. Mentiras. Hasta llegar a darse cuenta de que, a veces, es útil no conocer la verdad.
En la película
vemos a Michelle, una anciana de la que conoceremos que es una
superviviente, con mucha vitalidad y voluntad de vivir, que esconde
muchas cosas debajo de la alfombra, viviendo en su casa en el campo
(en la Borgoña francesa) junto a su mejor amiga Marie-Claude, con un
hijo recién salido de la cárcel. La hija de Michelle, retratada
desde el primer momento como una arpía que no aguanta a su madre,
lleva a su hijo a pasar unas vacaciones con la abuela. Pero una serie
de circunstancias hacen que se vuelvan y que sucedan cosas que serán
las que empiecen a desencadenar la maquinaria en la cabeza del
espectador, pensando en qué está pasando, y por qué. Si esa
maquinaria logra ensamblar bien todo el argumento, quizá llegue a
una conclusión sobre lo visto, pero eso no tendrá por qué ser lo
que de verdad ha sucedido.
Lo divertido es ese juego ya mencionado,
con un guion al que el director ha dado muchas vueltas y del que
tiene una versión más larga donde están escritos todos esos
momentos que en la película suceden en off o que son obviados
mediante elipsis, para jugar y juzgar. Una jugada muy inteligente por
parte de Ozon, sin duda. Para rematar, la película tiene unos toques de fantastique que le
sientan muy bien, cada vez que ocurren. Están muy bien insertados y
hacen que los personajes avancen, dando mucho sentido a muchas de las
cosas que cuentan.
Con la dirección aparentemente simple de Ozon, y especialmente gracias al guion, todo el conjunto sale muy bien parado.
Me ha parecido estupenda!!
ResponderEliminar¡Coincido! Ozon es capaz de sorprender siempre. Luego le habrá quedado mejor o peor, te gustará más o menos, pero siempre sale con cosas diferentes. Es un poco como Isaki Lacuesta, salvando las distancias, que prueban cosas diferentes con cada peli suya. Y eso les hace grandes.
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