8 de septiembre de 2011

La piel que habito: Perverso Pedro


Retorcido y perverso.

Esos dos adjetivos quizá sean los que más se escuchan cuando uno comenta la última película de Almodóvar, La piel que habito, a la salida del cine. Sin duda es simplificar mucho este nuevo trabajo del manchego, pero está claro que es algo que lo identifica perfectamente, pues quizá nadie podría esperar una historia así, de este calibre y con los toques oscuros que tiene, viniendo de quien viene.

Ahora bien, ¿por qué no? Es cierto que Pedro Almodóvar tiene un cine perfectamente identificable, con una línea muy definida, pero no deja de ser un creador que con cada película suya deja claro que tiene inquietudes, que le gusta contar historias, sus historias. Evidentemente y al igual que ocurre con otros grandes autores (como es el caso de Woody Allen, con su frecuencia de una película por año), no todo lo que hace va a ser una joya y tiene altibajos. Debe tenerlos (un ejemplo muy reciente es su anterior película, Los abrazos rotos, un producto que por mucho amor al Cine que contenga, se queda en algo bastante aburrido). Aun así, La piel que habito es según un servidor lo mejor de Almodóvar desde Hable con ella (2002).

Pedro Almodóvar se basa libremente en la novela Tarántula de Thierry Jonquet para componer la historia de un mad doctor o científico loco al que encarna Antonio Banderas, obsesionado con la cirugía plástica, que es a lo que se dedica. Utiliza a Vera (Elena Anaya) o mejor dicho su cuerpo, para realizar sus experimentos, mientras que Marilia (Marisa Paredes), quien adora al personaje de Banderas, ayuda como asistenta en las labores de la casa. No diré más sobre el argumento (lo he simplificado muchísimo) ya que es muy fácil caer en la tentación de desvelar sus claves, pero evidentemente según va transcurriendo la película muchas de las cosas que son un misterio y que de buenas a primeras impactan en en el espectador, se van aclarando. Y además, sin dejar de impactar.


Eso que se llama el universo Almodóvar está presente, no podía ser de otra forma, en muchos de los elementos del film: los colores, la iluminación y la fotografía (de José Luis Alcaine, uno de los directores de fotografía más prestigiosos de nuestro país y que ya ha trabajado con Almodóvar en varias ocasiones), la cotidianeidad de algunos elementos que se encuentran en la mansión de Banderas, la forma de mover la cámara (tranquila, siguiendo al actor o actriz), sus encuadres, y por supuesto ciertos diálogos con el peculiar sentido del humor almodovariano, presente a pesar de lo turbio de la trama general. Todo ello acompañado por la banda sonora del maestro Alberto Iglesias, que si bien es verdad que durante la película no me estaba pareciendo algo realmente destacable, al final, y ya en los títulos de crédito, es donde despliega todo su buen hacer y uno comprueba, con gusto una vez más, porqué el compositor es uno de los más grandes a nivel mundial.


Antonio Banderas vuelve a trabajar con Almodóvar después de más de veinte años (su última colaboración fue en ¡Átame! en 1989) y lo hace de forma muy comedida, sin convertir a su personaje en un loco histriónico, sin pasarse de rosca, cosa que habría sido muy fácil lograr, siendo el personaje que es. Pero no. Banderas está muy bien, supongo que el trabajo con el director, quien seguro le dio unas buenas pautas a seguir, ha sido fundamental. Por otro lado Elena Anaya no le anda a la zaga. Su belleza es idónea para hacer ver al espectador que encarna perfectamente aquello que desea el doctor (y porqué no, también muchos espectadores), con algún que otro momento de puro duelo interpretativo con su partenaire. En cuanto a Marisa Paredes, es un buen acompañamiento para la pareja protagonista, ayudando a conocer un poco mejor al doctor y sus circunstancias.

Retorcido y perverso, sí. Muy Almodóvar, también.

Un 8.

A continuación, otros carteles de la película (cuyo diseño es de MoCaro y que son mucho más interesantes que el que finalmente ha quedado para España, pero que evidentemente podían no llevar a una buena parte de público al cine, confundiendo al personal pensando que la película es una nueva entrega de lo que se llama torture-porn al estilo de Saw). Como con el resto de imágenes de esta entrada, haz clic sobre ellos si deseas verlos ampliados.






2 comentarios:

  1. Quiero ver la película. Espero que llegue pronto al Perú.

    ResponderEliminar
  2. Seguro que no tardará en llegar allá, David. Almodóvar tiene el suficiente tirón internacional como para que lo distribuyan rápidamente allende los mares.

    Un saludo y gracias por el comentario. Por cierto que prometo pasarme por tu blog, al que he echado un ojo muy rápidamente, pero lo haré con más pausa.

    ResponderEliminar