Poder ser. Poder hacer. Poder. Todo lo
que esa palabra conlleva ha sido el leit motiv de la edición 25 de
dFeria, el festival de artes escénicas de Donostia-San Sebastián,
reflejándose en su cartel y siendo representado por la pierna de una
bailarina en alto, quizá gritando, seguro en movimiento. También el
poder, de una forma o de otra, se ha visto en muchas de las
propuestas escénicas de este año en la feria. Una gran variedad de
disciplinas artísticas se han podido ver y disfrutar, y de algunas
de ellas hablaré en este artículo y algunos más. No he podido ver
todo lo que quisiera, claro, pero lo que he tenido oportunidad de ver, en su gran mayoría, me
ha dejado bastante satisfecho.
Comienzo el repaso a lo que he visto, con los
espectáculos de danza:
ERRITU (Kukai Dantza)
Cuando uno entra al teatro donde Kukai
mostrará su talento (una vez más), lo primero que ve es que los
bailarines ya están en escena, parece que calentando sus cuerpos,
saludando, a su manera, a cada persona que entra. El caso es que el
rito, el ritual, ya ha comenzado. Porque ir al teatro mismamente ya
es un ritual y merece ser representado como tal. Con todo ello y ante
la atónita mirada de cada espectador, empieza lo que se puede
considerar un troleo máximo, que afortunadamente dura lo que tiene
que durar, para pasar a otros derroteros, a otros rituales. Ese
troleo consiste en ver a los personajes ejecutar una y otra vez los
mismos movimientos, sin apariencia de tener fin. Puede ser en grupo o
solamente uno, pero ejecutando una y otra vez las mismas pautas. Un
ritual.
Y eso será lo que veremos una y otra
vez en el espectáculo: rituales. Después del shock inicial (que
para más inri contiene luces estroboscópicas que provocan aún más
la reacción del espectador) iremos viendo diferentes fases de la
vida de unos personajes en conjunción con la naturaleza y los sobre
todo los sonidos (espectaculares los cantos de David Azurza, en
solitario o junto a todo un coro de mujeres). Danzas que acompañan
en la soledad de la persona o con más gente, bellas e inteligentes
coreografías a las que acostumbra hacer Kukai, esta vez aliados con
Sharon Fridman, reconocido coreógrafo. Amor, muerte, juegos,
soledad... Todo forma parte de un ritual. Erritu. Kukai.
BENDING THE WALLS + BEYOND (Compañía
de Danza Lava)
Nunca he visto nada de la compañía
Lava, por tanto desconocía completamente el nombre de su director
Daniel Abreu, así como la trayectoria de esta insigne compañía.
Ahora que he visto dos espectáculos en uno (pues ambos son de corta
duración, habiendo descanso entre ellos), he comprobado por qué
tiene el buen nombre que tiene.
Si nos centramos en Bending the walls,
estamos ante una obra llena de metáforas y de mensajes frente a la
vida, la psicología, la ruptura de muros evidentes, la
incomunicación, la felicidad y la falta de ella... Todo con unas
coreografías (obra de Fernando Hernando Magadan) contemporáneas
espectaculares, con esos bailarines que son auténticas estatuas en
movimiento, con momentos bellísimos y muy inspirados que parecen no
tener límite en cuanto a creación y movimientos (destaco
especialmente aquel en el que los bailarines parecen convertirse en
una especie de coral, de fauna marina). Un espectáculo muy bello que
sin embargo, debido a su enorme carga simbólica quizá pueda parecer
un tanto espeso para el espectador.
En cuanto a Beyond, que dirige La
intrusa (tándem formado por Virginia García y Damián Muñoz), lo
que uno puede ver es una historia de ciencia ficción, en la que
aparentemente puede no haber esperanza para los tripulantes (para la
Humanidad, por tanto) de una nave espacial comandada por una
computadora que rige y regula cada momento de esas personas a bordo.
Cada una es diferente pero debe ejecutar lo ordenado sí o sí. La
computadora, mientras tanto, va estudiando a cada elemento, va
aprendiendo... Hasta que por fin llega lo mejor de todo: cuando
completa su ciclo de aprendizaje, muere. Y lo hace para que ahora
sean los humanos quienes aprendan. La computadora les ha enseñado lo
que debía enseñarles. A partir de ahí, todo dependerá de ellos. En resumen, estamos ante una fantástica historia de ciencia ficción.
En lo que a la
coreografía se refiere, de nuevo tenemos grandes danzas, más
orientadas a mostrar espacios reducidos y minimalistas como pueden
ser los que nos llevan a una nave espacial, con los bailarines
impresionantes llegando a ver perfectamente las características de
cada uno de sus personajes en base a sus movimientos y
comportamientos. Es sin duda una gran experiencia la de poder sentir
y ver cosas así, y más si uno es fan de este tipo de historias, ya
que se disfrutará más.
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