Recuerdo perfectamente la primera vez que vi Regreso al futuro (Robert Zemeckis, 1985).
En casa tuvimos nuestro primer aparato reproductor de vídeo a finales de los años ochenta. Con ello, íbamos al videoclub (para los jóvenes: un videoclub es ese sitio donde hay un montón de películas puestas en estanterías, aquel que hasta hace pocos años tenías a unos pocos metros de casa, y un poco más allá otro... Locales donde alquilabas las películas que quisieras a un módico precio durante veinticuatro horas y si había algún festivo de por medio, mejor ya que entonces eran cuarenta y ocho... Lugares que llevan unos años en extinción, quedando aún unos pocos como auténticos estandartes del ocio audiovisual en casa) y alquilábamos todos los fines de semana películas de todo tipo: desde las mal llamadas "españoladas" hasta dramones o películas de terror, pasando por comedias o ciencia-ficción.
Dentro de ese último género se encontraban las que un servidor más solía disfrutar, y entre las que se encontraba El vuelo del navegante (Randal Kleiser, 1986), película que a mi padre había recomendado mucho un amigo suyo. El caso es que cuando por fin pudimos hacernos con ella, no debía de ser la película en cuestión, a pesar de tener viajes en el tiempo, así que aunque yo me lo pasé muy bien con ella, no dejamos de sentir cierta frustración al no tener claro cuál era la tan ansiada película que implicaba la recomendación.
Nosotros seguimos a lo nuestro, con nuestras películas alquiladas, hasta que por fin se hizo la luz. Ahí estaba. Era esa: REGRESO AL FUTURO. Un título muy curioso que no hacía más que llamarme la atención y hacerme mucha gracia, como churumbel que era. Total, que por fin la alquilamos y nos pusimos a verla, un sábado al mediodía. Esa fue la primera vez que vi a Marty McFly (Michael J. Fox) viajar en el tiempo con un coche muy futurista como el DeLorean y luchar por la existencia de su familia y la suya propia a raíz de los acontecimientos que él modificaba involuntariamente treinta años antes de su época, es decir, en 1955.
Toda la familia disfrutamos muchísimo viéndola, nos reímos un montón y aquel "continuará" del final, junto con esa espectacular música que se queda grabada en lo más hondo, nos dejó con ganas de más, por supuesto. Todo había cumplido su función perfectamente. Comedia, romances, persecuciones, ciencia ficción y viajes en el tiempo. ¡Lo tenía todo! En la cabeza de un servidor comenzó, como en la de tantos otros, todo un mito, una serie de situaciones, frases e iconos cinematográficos que nunca olvidaremos.
Un tiempo después llegaron, por fin, las ansiadas secuelas. Aquel "continuará" tan puñetero (aunque no tanto si se compara con el de la segunda entrega ya que éste dejaba muchas cosas en el aire para poder enganchar al espectador en la tercera, que se estrenaría apenas seis meses después) por fin dejaba de molestar en mi cabeza. Lo gracioso es que fue la tercera parte la que vi antes que la segunda...
Fue en el pequeño cine de mi barrio. No era un cine al uso, ya que lo que ponían ahí cada fin de semana eran películas de vídeo mediante un gran proyector y una pantalla no demasiado grande, es decir, lo que había eran películas disponibles en los videoclubs, no de la cartelera cinematográfica. Daba igual. Muchísimas de las películas de nuestra infancia y adolescencia las vimos ahí. Bien, pues fue en una sesión concurridísima de chavales donde pusieron la tercera entrega (¿qué había pasado con la segunda? la verdad es que no logro recordarlo), y allí fui yo, deseando volver a Marty y a Doc, a Einstein y al DeLorean...
Bien, pues empieza la película y lo que aparece en pantalla es el final de la segunda, para poner al espectador en situación, claro... Yo no entendía absolutamente nada, claro. "Pero si le acaba de enviar al futuro... ¿por qué justo Marty vuelve a aparecer corriendo? ¿De qué están hablando? ¿Quién dice que ha muerto? Y si ha muerto, ¿por qué sigue ahí?". Todo eran preguntas cuya respuesta se me escapaba a pesar de los esfuerzos de un amigo que estaba a mi lado y sí había visto la segunda parte. Me explicaba cosas de un almanaque deportivo, de cambios en el pasado que afectan al presente, de los "otros yos" de Marty... Un lío, vamos.
Afortunadamente, Regreso al Futuro Parte III pronto se deja de paradojas temporales y de "otros yos" para ser una historia bastante asequible para alguien que no ha visto la Parte II, con lo cual la disfruté mucho también al contener mucho western, disparos, persecuciones, romance, más comedia... La esencia de la trilogía, por supuesto. Cuando finalizó la película, todos aplaudimos y la sensación al ver aquel "The End", esta vez sí, fue muy placentera. Una vez más, todo cumple su función.
¿Y qué me pasó con Regreso al Futuro Parte II? Si te soy sincero, querido lector o querida lectora, no lo tengo claro. Lo que sí sé es que cuando la vi por primera vez, para por fin poder encajar todas las piezas del puzzle que me habían quedado sueltas tras ver la tercera parte, volví a quedarme plenamente satisfecho, feliz, y a ser consciente de la importancia de una trilogía así en nuestras vidas.
Jon Kabe nostálgico, qué de recuerdos me has traído con este texto tuyo!! La verdad es que yo vi las tres en el cine, y en orden cronológico. Y la primera, mi favorita, volví a verla alquilada en un videoclub, junto con mis hermanos, toda una sesión de cine familiar inolvidable.
ResponderEliminarMi vídeo club favorito estaba bastante lejos de mi casa, pero lo regentaba un tipo realmente amante del cine, con el que consultaba datos sobre películas de Win Wenders, o Buñuel, y que también vendia libros de cine. Fue de los primeros en cerrar, porque su mujer se puso enferma. Se llamaba Videopolis, y era una gozada!!
Feliz recuerdo de unas pelis míticas, y de una época en la que ir a alquilar una al vídeo club era toda una fiesta!!
Yo creo que mi favorita es la primera parte también, por los recuerdos comentados. Pero la segunda es fantástica también! Para mí, aunque me consta que hay gente que no está de acuerdo, la peor es la tercera entrega pero aun así es una peli genial. Me refiero a que si tuviera que elegir la peor de las tres, aunque no lo sea, pues elegiría la tercera.
EliminarEn cuanto a los "vidrioclubs", el primero alq ue nos abonamos también estaba lejos de casa, y por el desplazamiento (o eso decía el dueño), nos regalaba una peli cada vez que alquilásemos. Eso sí, no tenía que ser novedad, lo cual era una puñeta jeje porque claro las novedades eran taaaaaan apetitosas! aun así visto desde la perspectiva del tiempo, casi mejor así porque entonces podíamos pillar otras de tiempos pasados con las que por lo general también nos lo passábamos pipa. Y es que todo eso, al final, resultaba ser siempre algo mágico.