19 de septiembre de 2020

Zinemaldia 2020 - 'Rifkin's Festival' (Woody Allen)

SECCIÓN OFICIAL (INAUGURACIÓN - FUERA DE CONCURSO)

Sí. En Rifkin's festival vemos a gente hablando sobre sus relaciones conyugales y extramaritales.

Sí. En Rifkin's festival se habla de religión.

Sí. En Rifkin's festival se habla de las filias y las fobias de su director.

Sí. En Rifkin's festival hay muchos diálogos geniales y divertidos.

Sí. Rifkin's festival es una película de Woody Allen.

Puedo seguir enumerando todos los elementos que hacen identificable al cien por cien a una película de Woody Allen para hablar de Rifkin's festival, porque los tiene todos, sin excepción. No hay duda alguna de que estamos ante una película suya desde el primer segundo de metraje, hasta el último. Y esto es paara bien, y para mal. Para bien, porque como quien esto escribe se encuentra entre sus admiradores, es difícil poder encontrarle algún fallo a cualquier película suya... En este caso volvemos a ver la vertiente irónicamente existencialista de Woody Allen plasmada en el personaje de Mort Rifkin (Wallace Shawn), uno de los más perfectos alter egos de Allen vistos en pantalla (tanto por sus líneas de guion como por la interpretación de Shawn), planteándose formas de vivir y de pensar ante todo lo que pasa por delante de sus ojos, ya sea una película inútilmente comercial, como la belleza de un cuadro, de una mujer, o de una ciudad.


Este Rifkin, el que da título a la película, se acerca al festival de cine de San Sebastián acompañando a su mujer Sue (Gina Gershon), agente de prensa de un joven y guapo director (Louis Garrel) que está teniendo muchísimo éxito con su última película, presentada en el festival. Con la intriga de si ella le es infiel, Rifkin tendrá malos sueños y los típicos síntomas de un hipocondriaco sin remedio acerca de su corazón y otras partes de su cuerpo. Para intentar aliviarlos, acudirá a ver a una joven doctora (Elena Anaya) cuya vida personal no es que sea la alegría de la huerta precisamente. 

Entre conversación y conversación, como digo, siempre al más puro estilo Allen y no dejando títere con cabeza en lo que se refiere a una buena parte del sector comercial en la industria del cine (es una de las partes que más me ha gustado, sus comentarios destroyer sobre este tema), a las relaciones de pareja y a la inestabilidad de ciertas personas, Woody Allen nos muestra al otro gran personaje de la película: La ciudad de Donostia-San Sebastián

En realidad la ciudad como tal, no tiene tanto protagonismo, más allá de mostrar con una iluminación en ciertos momentos exquisita (lógico, pues el director de fotografía con vuelve a ser Vittorio Storaro en una película de Woody Allen) muchos de sus lugares más emblemáticos: La Concha, el palacio Miramar, el hotel María Cristina y el Teatro Victoria Eugenia... Pero sabemos que, aparte de ser un decorado fantástico, aporta algo especial a la película, al ser la película inaugural del Zinemaldia 2020. Otros parajes que quedan sensacionales al verlos en pantalla grande son Pasai Donibane y la playa de Zumaia.


Volviendo a la historia de la película, no puedo dejar de destacar una de sus grandes ideas: los trozos cinéfilos que forman parte de los sueños, o pesadillas, de Rifkin. Son perfectos homenajes a ese cine que Allen adora, y los traslada perfectamente a su forma de ver la vida, a sus películas. Es un "¿y si...?" fantástico y originalmente divertido acerca de cómo serían ciertas películas si hubieran sido dirigidas por Woody Allen. Y el caso es que uno se queda con ganas de más. Pero claro, una peli de Woody Allen tiene que durar unos noventa minutos, y esta no iba a ser menos. Me gustaría resaltar el momento de Christoph Waltz, que me ha parecido de lo más divertido y con más mala baba que hay en toda la película y quién sabe si también de toda su filmografía (probablemente sea mucho decir, pero es que claro, ya lleva cincuenta años haciendo películas...). Por ahí vemos a Fellini, a Bergman, a Truffaut... Y a quien no veremos es a Ford, a Hawks, a Hitchcock... Todo esto es muy curioso, porque si se ha leído su autobiografía (A propósito de nada, Alianza Editorial), gran parte de los diálogos de la película son las cosas que cuenta en el libro, con lo que probablemente todo será mucho más reconocible para quien vea la película.

Para acabar, ah, sí... Casi me olvido de comentar el que para muchos será el gran defecto de la película. Es este: Es una película de Woody Allen. Ni más, ni menos.

¡Extra, extra!

Unos vídeos y alguna foto de la rueda de prensa de la presentación de la película en el Zinemaldi:

Woody Allen respondiendo a las preguntas de cómo sería para él un festival de cine ideal, y a qué nivel piensa en la ciudad donde va a rodar a la hora de escribir un guion:

Gina Gershon habla de rodar en Donosti:

Un vídeo cortito: Gina Gershon se despide diciendo "eskerrik asko":








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