7 de diciembre de 2010

Semana de Terror: Las películas (III)

Tercera entrega de las películas vistas en la Semana de Terror de Donosti.

Redline (Taksehi Koike)

Poco me dijo esta película. Con un buen comienzo y un desarrollo demasiado aburrido, lo único que cabe mientras se ve es esperar a la carrera final y ver si el protagonista se lleva el gato al agua y de paso a la chica, venciendo a todos sus temibles competidores. Con lo cual lo más destacable es su inicio y el final, aparte de las presentaciones de los personajes que correrán en la carrera, al más puro estilo televisivo y de videojuegos. Si tras ver la película te dan ganas de ir al negruzco (por lo quemado) Discóbolo -una antigua discoteca del lugar- es de entender ya que prácticamente desde el principio se asiste a un recital chumbeta sin descanso. Un tío superchulo, una chica neumática y una panda de coleguillas y villanos a cada cual más extravagante es lo que se encontrará el espectador en la peli. No apta para gente propensa a la epilepsia.

Un 5.

Monsters (Gareth Edwards)

La gran decepción de la Semana. Había muchas ganas de verla, por varias razones: una peli de monstruos gigantes que atacan las ciudades y los humanos tratando de sobrevivir, mucha publicidad, y cómo no, la alargada sombra de Distrito 9, con la que se la comparaba debido a su poco presupuesto y a su temática fantástica... Nada más lejos de la realidad: la película no se sostiene por ningún lado y es aburrida e insípida incluso en el momento en el que se supone que debería haber más tensión (el final). Se ha oído que, al igual que Distrito 9 era una alegoría sobre el Apartheid, esta lo era sobre el espinoso asunto de la inmigración ilegal en EEUU. Puede ser, pero la mierda de historia de amor que va contando hace que nos pasemos por el forro todo eso. Los dos actores protagonistas, aparte de no tener química alguna, se encontraban perdidísimos en la historia. Aun así, mucho se puede decir sobre la película, al respecto de que lo mejor quizá sea que titulándose Monsters, apenas se ve a los susodichos, pero no nos engañemos: queríamos verlos más, mucho más de lo que se ven. Y si no, que se hubieran esmerado más en la historia de amor. O en las historias, porque resulta que hay una más por ahí: nada menos que una bonita relación de amor entre pulpos gigantes. Sí, querido lector, has leído bien. Ridiculez supina. Eso sí, fue una de las grandes sesiones del Teatro Principal gracias, cómo no, al público. PD: Nominado a siete premios del cine independiente británico, ha obtenido tres, entre ellos nada menos que el de mejor director. Sin comentarios.

Un 2.

Boogie, el aceitoso (Gustavo Cova)

Basada en el cómic del historietista argentino Fontanarrosa, cuenta la historia de Boogie el aceitoso, el asesino más implacable, más macarra y más machote de la ciudad, quien se entera de que un mafioso ha contratado los servicios de otro matón en vez de contratarle a él, con lo cual saldrá a ajustar cuentas y a demostrar quién sigue siendo el mejor en lo suyo... Una animación que al principio me parecía un tanto mala al ser demasiado parecida (si no idéntica) a las típicas en flash, acabó por engancharme con la historia de este personaje, el típico antihéroe con el que acabas empatizando porque en el fondo todos queremos ser como él. Una historia de cine negro con toques bestias y sin piedad que lleva al espectador entre personajes clichés hasta el esperado desenlace. Fue la película ganadora en la Semana del pemio del público al mejor largometraje de animación.

Un 8/9.

Welcome to the Space Show (Koji Masunari)

Pochi es un perro. Pochi habla. Pochi es extraterrestre. Pochi es mítico en la Semana, aunque claro, no este Pochi, sino aquel que casi es una mascota para el público de la misma, el que aparecía en La felicidad de los Katakuri (otra joya de Takashi Miike). Este Pochi no es el mismo, qué va. Y es una pena, aunque también es muy simpático. Invita a unos niños a llevarlos a su planeta de visita, y gustosamente aceptan. Pero ocurre que por una serie de problemas, no podrán volver a casa. Así que tendrán que ingeniárselas para lograrlo. Esta película no es de los estudios Ghibli (que tantas maravillas suele ofrecer) pero se le asemeja. Peca de un metraje un tanto largo (ronda las dos horas y media) y aunque el apartado visual es verdaderamente espectacular, con muchas criaturas pululando por la pantalla continuamente y a la vez, el espectador casi se ve obligado a desconectar un poco de la película para no acabar exhausto. En algunos momentos es enternecedora y en otros apabullante, pero como digo, es muy larga. Si le quitasen varios cuartos de hora, sería una gozada completa. Destaco el momento en el que una de las niñas, mientras lucha con un monstruíto/extraterrestre, empieza a contarle su vida sin venir a cuento, a lo cual el contrincante le dice "¿pero qué me estás contando?", siendo este comentario muy aplaudido en la platea del Teatro Principal ya que todos estábamos pensando exactamente lo mismo, parece que el personaje nos había leído el pensamiento.

Un 7.

Secuestrados (Miguel Ángel Vivas)

Unos ladrones allanan la morada de una familia (vista dicha morada, a la familia se la ve de buena posición social) y mantienen de rehenes a cada uno de sus miembros. Si todo fuera como la seda en el robo de la casa, no habría película, evidentemente. Así que hay cosas que se empiezan a torcer. Y esas cosas las filma muy bien el debutante Miguel Ángel Vivas, con unos planos secuencia muy bien realizados, con divisiones de pantalla para mostrar diferentes situaciones a la vez. Con todo ello, el resultado es notable. Los actores protagonistas, los secuestrados, son Fernando Cayo y Ana Wagener (los padres) y la siempre guapa Manuela Vellés (la hija). Tanto Cayo como Wagener, dentro de lo que cabe, parecen interpretar con más tensión, más contenidos, todo lo que ocurre, mientras que Manuela Vellés grita demasiado, con lo que sería uuna candidata perfecta para eso que se da en llamar scream queen. En resumen, es un buen debut con cosas muy destacables que mantiene la tensión (y es que la película dura apenas ochenta minutos, con lo cual en este sentido se lleva muy bien, ya que no se alarga más de la cuenta tratando el tema que trata).

Un 7/8.

Continuará...

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