[Actualizado: Concha de Plata al mejor actor para Bogdan Dunitrache]
Constantin Popescu ya estuvo
en el Zinemaldia hace diez años con su anterior película,
Principles of life. También ha trabajado con uno de los directores
rumanos más conocidos de la actualidad, Christian Mungiu. Ahora
acude a la Sección Oficial a concurso con Pororoca, película de dos
horas y media de la que estoy seguro habrá dejado a mucha gente con
mal cuerpo debido a varios de sus elementos.
La película narra la
historia de una pareja normal, Cristina y Tudor, con dos hijos (un
niño de unos siete años y una niña de poco más de cinco) y sus
respectivos trabajos. Una mañana de domingo normal, el padre lleva a
los niños al parque... Y la niña desaparece sin dejar rastro.
Empieza la búsqueda de la niña y poco a poco, irá llegando la
desesperación.
El inicio de Pororoca es,
bajo mi punto de vista, magistral. Una serie de componentes que se
ven y se oyen en pantalla, mientras aparentemente no pasa nada en el
parque con todos los niños jugando y los padres a sus cosas, pero
pendientes a su vez de los niños. Mientras, la cámara aguanta un
plano secuencia que se mueve entre los personajes principales,
estando algunos otros en segundo y en tercer plano, a quienes incluso
se oyen sus diálogos, haciendo que nosotros como espectadores
estemos atentos a esos diálogos y no a lo que se ve en el centro de
la pantalla. Todo el rato atendemos a lo que ocurre más allá. Todo
el rato existen cosas que nos distraen... Y lo hacen de tal forma que
la fatalidad llega: al igual que el padre de la niña que desaparece,
nosotros no nos hemos dado cuenta absolutamente de nada.
Respecto a esto último, lo
de no darnos cuenta, el director Popescu asegura haber dejado una
serie de pistas para el espectador a modo de diferentes sonidos que nos pueden indicar
que algo no va bien. Pero reconoce que hay que estar muy al tanto y
que quizá si la película se ve más de una vez podamos darnos
cuenta de qué o cuándo sucede todo realmente. Un juego muy
inteligente cinematográficamente hablando.
Cuando se rompe el plano
secuencia (que trajo por la calle de la amargura a todo el equipo
técnico, no sólo por la planificación del rodaje en sí, sino por
la localización, los extras reales -el parque debía permanecer
abierto a cualquier persona-, y los niños -quienes por ley sólo
podían trabajar cuatro horas diarias), poco a poco empieza a
romperse la estructura familiar. Pero lo que se va rompiendo
realmente es la integridad del padre, que es a quien la película
sigue continuamente. La madre aparece en varias ocasiones pero no es
en quien el director (y guionista) decidió centrarse ya que,
reconoce, no saber escribir bien sobre personajes femeninos.
Cuando se supone que el
tiempo todo lo cura, en el caso de Tudor, el padre, sucede todo lo
contrario: se va derrumbando y se va desesperando. El espectador hace
lo mismo al empatizar y a querer saber qué demonios ha podido pasar
y quién puede ser el responsable. ¿Existe una respuesta o solución
a esto? La gran mayoría de las veces, lamentablemente no. En un
mundo en el que cualquiera puede resultar sospechoso sólo por el
hecho de sentarse en un banco en un parque, en cualquier parte del
mundo, es muy difícil que algo de estas características tenga un
final feliz.
La actuación de Bogdan
Dumitrache como el padre es increíble. Bien le podría valer la
Concha de Plata al mejor actor de esta edición del Festival, pues
como digo vamos viendo cómo evoluciona el personaje perfectamente,
hasta llegar a una parte final completamente devastadora,
desesperanzada, violenta, bestial... Un final que contrasta con la
suavidad existente al principio de la película, donde como ya he
dicho sucedía todo muy sosegadamente, con esas conversaciones
apartadas del foco central... Pues Popescu ha sabido perfectamente
marcar una diferencia entre ambas partes, llevándonos con el
personaje a un infierno del que difícilmente habrá salida.
En resumen, Pororoca es una
película interesantísima, muy bien realizada que sabe desde dónde
sale y dónde está su objetivo, que maneja los tiempos muy bien a
pesar de su larga duración (el guión inicial duraba mucho más pero
para poder tener una versión internacional el director y guionista
tuvo que recortar muchos temas que se tocaban), y que, como suele
decirse, no deje indiferente a nadie.
Por cierto, el título
Pororoca no es una palabra rumana. Es una palabra que viene de
la Amazonia, concretamente de la lengua tupí-guaraní, que significa
algo así como "destrucción de casa", al denominarse así
a una ola gigante que cada cierto tiempo azota aquella costa
sudamericana, llegando a introducirse muchos kilómetros hacia el
interior. Para Constantin Popescu resultó ser una palabra que venía
muy bien para lo que quería contar, y decidió utilizarla.
¡EXTRA, EXTRA!
Alguna foto más: El director Constantin Popescu, la actriz Iulia Lumanare, el actor Bogdan Dumitrache y la niña que interpreta a la hija de ambos, posando en Donosti.
El director Constantin Popescu |
Los actores |
He leído por ahí muy buenas críticas. Desde luego el cine rumano parece estar especializado en temas realmente dramáticos.
ResponderEliminarY es que encima considero que está muy bien hecha... En mi palmarés personal le daría 3 premios, pero el máximo es 2 así que tengo difícil la decisión!
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